Entonces era verano y montado en una gastada bicicleta azul, como si fuera Luis Ocaña o José Manuel Fuente, triunfante, camino de la meta, volaba sobre los 7 kilómetros que la separaban del pueblo. Rebasaba las marismas manteniendo durante casi todo el trayecto Montehano a mi derecha. Cruzaba Argoños como una exhalación, dejaba a mi izquierda la playa de Berria y un poco más allá el inquietante Penal del Dueso. Al frente, después del manillar, el monte Buciero. Entraba en Santoña, pasaba la plaza con el kiosco de la orquesta, una calle recta y luego giraba a la derecha. Cruzaba el umbral de la pequeña librería, que aún hoy sigue allí, revisaba el género, compraba un libro, por ejemplo La Rosa Separada de Neruda. Y luego llegaba al mar.
"Quienes comparten nuestra niñez, nunca parecen crecer.Graham Greene."
ResponderEliminarRaquel