Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 26 de julio de 2014

Coriscao

Son las ocho de la mañana. Nos hemos despertado en el Collado de Llesba dentro de la furgoneta. Tras un breve desayuno tiramos hacia la cumbre del Coriscao (2234 metros). Durante toda la travesía, a nuestros pies se extiende un mar de nubes siempre sorprendente. ¡Hace ya tanto del último!
Hacemos todo el trayecto solos hasta la cumbre. De vez en cuando divisamos buitres leonados cruzando las colladas. Entre las escobas y los matorrales alcanzamos a ver a algunos acentores, y camino de la cumbre, cuando se empina el sendero, a un par de rebecos que nos miran indiferentes. Llegamos arriba sobre las 10:30. La marejada a nuestros pies continua, pero la visión, en silencio, de los Picos de Europa es inenarrable.
Al regreso nos tropezamos con varios grupos que llevan el mismo objetivo que nosotros ya cumplimos. No nos queda otra que considerarnos, por esta vez, afortunados.  

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