Estoy poniendo varas en el sembrado para que se enreden en ellas las
judías que van naciendo, aquellas que aún resisten el hambriento ataque de los
mirlos. Y mientras observo los tristes restos de las plantas que los pájaros dejaron,
escucho sobre mi cabeza el enfurecido canto del miruello que, defendiendo lo
que considera suyo, pretende ahuyentarme
de mi propio huerto.
Y esa ira enfrentada a la mía me lleva a pensar, sin duda, en lo extremadamente
relativas que son en ocasiones las lindes de la propiedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario