Habrá que rehacer los puentes
o vadear el río sanguíneo
que conduce
al interior de la caverna
en la que sobrevive
lo mejor de nosotros mismos.
Habrá que entender de espejos
para adentrarnos en ellos
y entonar la música
que calma el desasosiego
del alma y también
el pesar de los muertos.
Y para perdernos sin miedo
habrá que trazar
alguno de estos días
el mapa efímero
de la espesura
y del silencio.
y del silencio.
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