Esto que ven son hojas de un rosal y los semicírculos perfectos que las hojas tienen son los efectos del paso de la abeja podadora o abeja cortadora de hojas (megachile centuncularis). Como se puede comprobar, realiza un trabajo exquisito.
No conocía yo la existencia de ese insecto y, por lo que dicen en algún artículo que he leído a propósito, los devaneos de la abeja no son perjudiciales para el rosal, más allá de una cuestión meramente estética.
No obstante, no sé por qué, el quebranto de las hojas me ha recordado la situación en la que está quedando nuestra sociedad y nuestros cerebros debido al trabajo insidioso de otro tipo de insectos podadores.
Maltrechos y cantando el himno de la legión.
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