El jaque mate cogió al señor Shaibel por sorpresa. Ella pilló al rey en la última fila, extendió el brazo por todo el tablero y colocó la torre en la casilla de mate.
-Mate -dijo fríamente.
El señor Shaibel parecía diferente hoy. No frunció el ceño como hacía siempre cuando ella lo derrotaba. Se inclinó hacia delante y dijo:
-Te enseñaré el sistema de anotaciones.
Ella lo miró.
-Los nombres de las casillas. Te los enseñaré ahora.
Ella parpadeó.
-¿Ya soy lo bastante buena?
Él empezó a decir algo y se detuvo.
-¿Qué edad tienes, niña?
-Ocho años.
-Ocho años. -Él se inclinó hacia delante todo lo que su enorme panza le permitía-. Si te tengo que ser sincero, niña, eres sorprendente.
Ella no entendió lo que estaba diciendo.
-Discúlpame. -El señor Shaibel extendió la mano hacia el suelo para coger una botella casi vacía. Echó atrás la cabeza y la apuró.
-¿Eso es whisky? -preguntó Beth.
-Sí, niña. Y no se lo digas a nadie.
-No lo haré. Enséñeme el sistema de anotaciones.
Él volvió a dejar la botella en el suelo. Beth la siguió un momento con la mirada, preguntándose a qué sabría el whisky y cómo se sentiría una al beberlo. Luego volvió la mirada y la atención al tablero con sus treinta y dos piezas, cada una ejerciendo su propia fuerza silenciosa.
Gambito de reina.
Walter Tevis.
Marelle.
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