Eres pobre y lo más probable es que lo vayas a seguir siendo
te encuentres donde te encuentres de la geografía terrestre.
Además, te vas a marchar del lugar al que estuviste anclado por
familia y por amigos.
Tus paisajes serán otros.
Has amputado tus raíces.
Y, por tanto, a tus dolores de siempre se unirá el estigma
del desarraigo.
Llegas,
si antes no te has muerto en el mar,
en el desierto
o en las vallas de una frontera.
Y cuando llegas,
cerca de perecer, otra vez, por los gases que se desprenden
del globo en el que viven la realidad y los espejismos,
a punto de cicatrizar los muñones de tus raíces,
cuando casi te has conformado con lo que hay,
cuando tropiezas y das dos pasos para adelante y otro para
atrás,
entonces reza para que no te encuentre
en cualquier rincón
el rostro vitriólico del miedo, de la ignorancia y del odio.
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