Remedando una canción de 1973 del grupo Mocedades, del genuino, que cantábamos cuando era mozo, podría decir que (imagínenme cantando a pleno pulmón) "me falta fe, me falta identidad, no sé muy bien qué es lo nacional".
Lo cierto es que la pretensión de los fascistas de expulsar a millones de migrantes y a sus hijos nacidos en España no es otra cosa que un brindis al sol. Otra cosa es que el brindis lo hagan ellos y el acíbar nos lo bebamos nosotros algún día al paso que va la burra.
No sé exactamente qué es esa identidad nacional que con su violencia pretenden salvaguardar. Pero si se trata de plazas de toros, de himnos legionarios, de pasos de Semana Santa, de exabruptos de machitos de bar, de racismo a cascoporro, de lindezas burdas y desagradables soltadas como un vómito al paso de una mujer, de militares golpistas y sacristanes comecirios, de paquitos chocolateros, de justificación de las violaciones grupales, de políticos tabernarios arreglando el mundo sin reparar su casa, de exaltación de los Tercios y de los muy católicos monarcas, etcétera, etcétera, etcétera... Entonces que no cuenten conmigo.
Yo soy más de romerías y de verbenas, de músicas que recorren el mundo sin ponerse medallas patrias. Yo soy de culturas y de palabras y de pieles que se mezclan y se contaminan, que se enamoran de lo desconocido, yo soy de mares que bañan todas las orillas, de nubes y de vientos que cruzan montaña tras montaña.
Yo soy más bien de no tener ningún miedo y de curiosidad por lo que me puedan hablar los que me son extraños.
Y que el plástico y el papel de los "deneís" se les hagan bola en el gaznate a los infames y a los expulsores.
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