Creo que no hubo persona en este país de países que no se sobrecogiera con la muerte anunciada de Miguel Ángel Blanco, el joven concejal de Ermua. La crueldad con la que se produjo rayó lo inverosímil. Y eso que nos habíamos ido acostumbrando (si es que a eso se puede alguien a acostumbrar) a los aldabonazos brutales de ETA.
Lo difícil hoy en día, cuando el grupo terrorista vasco lleva muchos años desaparecido, es acostumbrarse a la perpetua impostura del Partido Popular y sus añadidos.
Es comprensible que cuando se produjo el asesinato de Miguel Ángel Blanco mucha gente, conmovida, saliera a la calle a protestar, pero enseguida el partido de la derecha comenzó a demostrar el uso arbitrario y miserable que pretendía hacer de todo aquello. Que se lo pregunten al cantautor Raimon, icono de la izquierda, cuando acudió al concierto de homenaje que se hizo entonces y del que salió escaldado.
Hasta hoy, esa utilización ha continuado sin complejos. Se hizo con los atentados de Atocha, demonizando a aquellas asociaciones de víctimas que no les seguían el juego, y se hace hoy utilizando políticamente para atacar a los contrarios a un terrorismo que ya no está.
Hace un par de días se ha realizado un nuevo homenaje a la memoria del concejal asesinado hace 28 años. Y como entonces, la utilización exclusiva de algo que nos duele a todos ha sido la norma. En Santander, una concejal del PSOE se ha visto obligada a abandonar el acto ante los ataques que los miembros del PP hacían a su formación. ¿Pero cómo no se van a marchar? No tenían ni que haber ido (lo mismo que Raimon en su momento).
El colmo del desatino ha sido ver la pancarta que portaban: "Somos memoria"
Una formación política que no ha tenido empacho en derogar la ley de memoria histórica en todas aquellas comunidades autónomas en que ha podido a cambio de apoyo a sus presupuestos por la ultraderecha y que manifiestan su intención de eliminar la ley de memoria democrática estatal si alguna vez llegan a gobernar nos dice que ellos, sus componentes, son memoria. Inaudito.
Observo una de las fotografías que aparece en la prensa sobre el acto de homenaje y veo parlamentarios, alcaldes, consejeros, presidentes que han escupido basura sobre la memoria de las víctimas de la guerra civil y es difícil dar crédito a tanta inmoralidad.
Causaría risa su memoria selectiva si no produjera indignación. Así son los nietos políticos de los que dieron un golpe de estado en 1936.
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