Vamos a Donosti como emisarios y carabinas en un viaje de bodas de oro. La ciudad resplandece con ese sol de final de verano que se resiste al duermevela de todos los otoños. Los viejos no se cansan, ávidos por recorrer callejuelas y bulevares. No obstante en cuanto me dejan un rato libre me interno en alguna librería. Compro "Los ríos profundos" de José María Arguedas porque de pronto me entra nostalgia de Cuzco. Sin embargo busco poemas traducidos al castellano de Joseba Sarrionandía, algo por otra parte bastante difícil por ahora. Sólo encuentro un libro titulado "Siete poetas vascos", una edición bilingüe con seis poemas del citado autor.
En el camino de vuelta paramos en Bilbao, y mientras tomamos una caña y unos champiñones Corinne llama para decirnos que le Espe ha dimitido de todos sus cargos. Y nos suena a música celestial, casi tan hermosa como la que interpretaba el músico callejero con su extraño instrumento en el casco viejo de San Sebastian.
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