Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 14 de febrero de 2013

Cuatro besos


La primera vez alcancé a ver desde lo alto de la cuesta a la anciana que, al final de la calle, se disponía a cruzar por el paso de cebra apoyada en el bastón, frágil, insegura, con sus pasitos cortos.
Pensé que si detenía el coche justo a su altura podía ponerse nerviosa y hacer una  temeraria intentona para llegar más rápido al otro lado. Pensé que se podía caer. Por eso bajé despacio, para darle tiempo a transitar sin problemas.
La señora llegó a la acera y una sonrisa iluminó su cara. A continuación me lanzó cuatro besos con la mano.
En la siguiente ocasión, varios días después, se reprodujo el episodio.
-¡Coño! La señora del otro día, le dije a mi acompañante.
De nuevo bajé a prudente velocidad, mientras decía para mí, -Vamos, señora, déme mis cuatro besos.
La mujer, como la otra vez, culminó lentamente la conquista de la otra orilla, se dio la vuelta hacia mí, me sonrió y dirigió al aire los cuatro besos.

1 comentario:

  1. "Besos en soleadas tardes,
    besos primaverales,
    invitaciones son a seguir amándote,
    con ternura de tierno adolescente.
    Miguel Visurraga Sosa"
    YO

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