Además de la observación del Ampelis en Ramales, el sábado dio para mucho más. Nos acercamos al Valle de Carranza en la vecina Vizcaya y rondamos entre la nieve el familiar Valle de Soba, al cual no iba desde niño. Vimos volar buitres y milanos reales.
Al mediodía, como dirían los amigos manchegos, nos "apretamos" unas estupendas alubias con almejas en Lanestosa; y ya por la tarde acercamos nuestros pasos a las canteras de Montehano, por donde volaba el halcón peregrino y se escondía entre las rocas un inusitado treparriscos.
El atardecer nos sorprendía en la ahora solitaria playa de Loredo con la ciudad de nuestros pecados al otro lado de la bahía como extraño telón de fondo.
Y con las mismas para casa mientras olfateabamos el final de la tregua climatológica.
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