Tal vez aquellos españolitos que salieron por la frontera en el 39 camino de las playas de concentración en Argelès no viajaban al extranjero. Y probablemente todos los que en la década de los 60 (¡ah, los maravillosos 60!) con sus maletas de cartón tomaban el tren camino de París, o Bruselas, o Stuttgart, jamás salieron de su patria madre.
O quizá, por el contrario, es que este paraje ibérico con sabor a jamón de bellota entonces era otra cosa..., algo así como diferente y olé. ¿Será que Europa nos tira de la sisa?
Pues eso, que mientras la gente se ve obligada de nuevo a liar el petate, muchas veces hacia un destino igual de incierto que el de aquí, el Pons y la Cospe, tan inefables como siempre, nos dibujan otro escenario que, en realidad, solamente oculta la impotencia y la incapacidad de su partido y su gobierno.
Así que, si tanto les gusta la patria putativa que es Europa, podían dejar de descojonarse un rato de nosotros, abstenerse de insultar a la inteligencia (que la tenemos muy sensible) y marcharse ellos con viento fresco para no volver.
No caerá esa breva.
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