De eso vivo yo. No es que me gane la vida con ello, no. Quiero decir que es eso lo que me alienta a vivir.
Aún no sabía leer y ella, con su alma campesina, me procuraba tebeos y libros ilustrados. Y yo me imaginaba las historias. E imaginando, imaginando fui poco a poco, con los años, acumulando sucedidos e improvisando rutas, senderos y navegaciones. Y un paso seguía a otro paso, y un libro a otro libro. Y Julio Verne dio el testigo a Stevenson, que a su vez cedió un mapa delirante al loco cuerdo de La Mancha. Y caminando, caminando, al principio con un dedo índice viajero, me vi de pronto en el Mar de la China o en las selvas de Ecuador. Y también subí una montaña.
Hoy, ella, habría cumplido 82.
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