Quien haya subido alguna vez a Tresviso desde Urdón sabe que lo que llaman el Balcón de Pilatos es un lugar que se encuentra prácticamente al comienzo del último tercio de la trabajosa ascensión.
Y por allí bajábamos nosotros, atentos a las piedras del camino, tras reconfortante almuerzo de bocadillo en el bar del pueblo y agradable charla con alguno de los lugareños, cuando en una revuelta del camino apareció frente a nosotros, para nuestra sorpresa, este chaval bañado en sudor, con una memorable sonrisa de oreja a oreja y arrastrando su bicicleta como si fuera un corredor de ciclocross.
Para nosotros fue como si de pronto hubiéramos visto aterrizar un oso en la luna. Admirados estábamos de que este joven de "Coloradou, Yunaited Esteits" hubiera sido capaz de llegar hasta allí de aquel modo.
Cuando nos despedimos, tras una breve parrafada en "spanglish", cuatro fotos, un par de cabeceos más de pasmo por nuestra parte y alguna sonrisa, aún nos volvimos otra vez para contemplar cómo este Sísifo del otro lado del mar rebasaba la curva cercana en busca de las siguientes.
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