Incontables chapas de cerveza
pavimentan en óxido la calle de tierra.
Incontables las moscas al sol en su zumbido.
Incontables los días iguales, los días sin tránsito,
las noches escasas, las noches perdidas.
Incontable la esperanza derramada
de los que navegan, quietos,
a la sombra de paredes ardientes.
Incontables los náufragos y sus pesadillas de sal.
Incontables los cuerpos envueltos en plástico.
Incontable la luz pálida y el vértigo
de las gotas del aguacero, cayendo
de los ojos de los vivos y de los muertos.
Incontables los que desde aquí miran al mar
y solamente ven la terca espuma de las olas.
MCH
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