No me cuesta nada imaginar, cuando contemplo esta serie de fotografías, una danza en el aire. Ha de ser suave, cadenciosa, alas batiendo en algodón contra las olas de la brisa. Una ingrávida sinfonía sin tiempo.
Son garcillas bueyeras y gaviotas reidoras marcando el compás del cielo. Pequeñas heridas sobre las nubes.
La vida sosteniéndose.
Nada más que un vuelo.
Una ensoñación.
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