Hay que reconocer que el petirrojo es un pájaro singularmente sociable en muchas ocasiones y que parece no temerle demasiado al ser humano. Sin embargo hace unos días esta cuestión se extremó de forma insólita y durante un cuarto de hora uno de ellos estuvo posando para nosotros sin dar muestras de querer huir en ningún momento.
A ratos llegué a pensar si no sería al revés y esa cercanía tan extraña no estaría siendo provocada por una parálisis de miedo en el pobre animal.
Sin embargo él parecía jugar ante nosotros y posaba como un consumado actor mientras le fotografiábamos a placer. Aquello de guardar la distancia prudencial no parecía ir mucho con él.
Hace unos meses me ocurrió algo parecido con un raposo que encontramos a la orilla de una solitaria carretera local. Su curiosidad desarbolada llegó a inquietarme de tal manera que me sorprendí repitiéndome mentalmente: "Huye, pequeño zorro, que el peligro somos nosotros".
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