De pronto entras en un juego imparable, una especie de carrusel sin control, y te conviertes en un "voyeur" de las vidas de los demás, de las opiniones de los demás, de las alegrías y de las miserias de los demás. Y de alguna manera tú te sientes obligado a corresponder y enciendes la luz sobre tu vida, sobre tus opiniones, sobre tus alegrías y tus miserias. Y acabas siendo algo demasiado parecido a un exhibicionista. Y puedes tachar y borrar o añadir a otros como tú como si fueras un pequeño dios. Y así eres el objeto de su diversión y ellos son tu entretenimiento. Y todos somos, a la vez, diosecillos y víctimas en una entelequia. Seres humanos desnudos que han perdido la vergüenza.
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