Algún día, que aún no está escrito,
nos tomaremos un coñac en cualquier otro puerto
que no sea Gualaquiza y al que no haya que llegar
en autobuses destartalados
tras horas eternas de polvo, sudor y selva.
Nos aguantaremos las ganas de estar tristes
y tal vez entonemos una canción para el destierro
y para esa gente sin patria que guarda en los bolsillos
corazones magullados, pero también
las palabras que los curan,
junto a la arena de todas las costas
y el barro de todos los caminos.
Algún día, que aún no está escrito,
brindaremos las veces que hagan falta
por habernos conocido
en algún intervalo de mareas
o en el cruce de dos ríos.
Y entonces reuniremos el valor
para ser insensatos cuando sea inexcusable
y para mandar al cuerno a la parca felona,
a la casa de Alba y a todos los restos del Imperio.
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