Lo que está claro es que ese señor con pinta provecta, que
parece recién salido de pedir “por dios” de la puerta de una iglesia, no es
comunista ni lo ha sido jamás. No le ha hecho falta. Porque él jamás ha mendigado
subvenciones, ni premios, ni medallas, ni herencias. Tampoco tiene abolengo
alguno. Ni fresco ni rancio. Tampoco ha vivido de las sonrisas de loba de
presidentas autonómicas y otros gerifaltes. Solo de las pagadurías donde se
abonan las rentas de sus libros, a tanto el kilogramo de letra impresa.
Que yo no pudiera pasar de la página treinta y tres de
alguno de sus obras no es culpa suya. Al fin y al cabo tiene razón la otra
Pombo: Leer no te hace más que nadie. Sobre todo si tienes que leer con la
misma fruición que si remaras en galeras.
Lo peor no es que atropelle a aquello de lo que no tiene ni
puta idea, porque ellos, angelitos, desde sus tribunas y sus palcos de estirpe
y patrimonio qué van a saber de diablos y de muertos de hambre, si todo lo
amontonan.
Lo peor, desde luego, es que por un momento, por un solo
momento, nos ha tentado con salir en la defensa de su odiado contendiente, que
por otra parte, y esto quizá sea tan infundado como sus comentarios ideológicos
(¿quién soy yo para osar?), escribe bastante
mejor que él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario