Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 23 de marzo de 2023

La cólera francesa
















En la Francia están protestando los trabajadores porque su gobierno pretende subir la edad de jubilación de los 62 a los 64 años. Un límite éste que desde el lado sur de los Pirineos miramos con la simpatía de los que hemos abandonado esperanzas y con la nostalgia de los que ya sobrepasamos con amplitud esos linderos que ahora nos parecen tan razonables.
La semana pasada tuvimos la oportunidad de asistir en París a una de esas protestas y nos manifestamos fraternal y solidariamente con la clase obrera francesa. Esa que de cuando en cuando nos da lecciones de resistencia.
Hubo de todo. Y cuando digo de todo me refiero a que por allí pululaba mucha gente con cara tapada, antidisturbios unos y lo que llaman black blocs otros. Y además ciclistas de paseo, obreros que no podrían jamás disimular que son obreros, lectores manifiestos manifestándose, siguiendo la riada, mientras leen al premio Nobel chino Mo Yan, ajadas princesas con capa roja y jóvenes que llevan en la cara pintado el recuerdo del mayo del 68.
Y mucha, mucha policía, a la que en principio dudaba si fotografiar, aquejado de nuestra prescindible y carpetovetónica ley mordaza. Pero ya ven: donde fueres haz lo que vieres. Y pelillos a la mar.

No sé si lo van a conseguir o no, lo de frenar los propósitos de Macron, porque los sicarios del poder son iguales en todas partes, pero se agradece a los trabajadores franceses la porfía.
Y ya entiendo que se me nota un poco la admiración por los habitantes de un país que, pese a unos cuantos puntos negros a lo largo de su Historia, han sabido por lo general respetarse como nación, respetar a su tierra y, sobre todo, a sí mismos como pocos.
¡Ay, si en España hubiera habido más afrancesados y menos "vivan las caenas"!


No hay comentarios:

Publicar un comentario