Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 9 de marzo de 2023

Los milagros prohibidos


Después se sabría que Franco había tomado el correíllo Viera y Clavijo en Santa Cruz de Tenerife el jueves por la noche para amanecer en Gran Canaria el 17 de julio. Que lo acompañaron cuatro oficiales y un guardia civil, además de su mujer y su hija. Que el general, su familia y su escolta se alojaron en el Hotel Madrid. Que aunque ya tuviera previsto venir a Gran Canaria, el comienzo prematuro de las hostilidades en Ceuta le hizo temer no estar donde debía estar para evitar que la conspiración se viniese abajo, y, por eso, el fallecimiento de Balmes le proporcionó la excusa perfecta para venir a Gran Canaria, donde ya lo esperaba un Dragon Rapide pagado por Juan March para llevarlo a África nada más promulgar el Bando de Estado de Guerra. Que hubo quien intentó tenderle una emboscada mientras se dirigía hacia la costa de Telde para embarcar en ese avión. Que el intento fracasó, porque Canarias formaba parte de España y España es ese país donde Dios siempre está del lado de los mediocres.
Así que todo eso quedó para la memoria chica, una anécdota más que contar a los visitantes de confianza, una pequeña indigestión en las tripas de la historia, una vergüenza más para un archipiélago que cometió a lo largo de los siglos cientos de errores entre los que, según dictum popular, destacan especialmente dos: no dejar entrar a Nelson y dejar salir a Franco. 

Los milagros prohibidos.
Alexis Ravelo.
Siruela Nuevos Tiempos. 

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