Cultivad la rosa,
la armónica belleza de la tierra alrededor,
las hojas, los pétalos,
el aroma de la vida donde crece.
Cultivad la rosa,
cuidadla
cómo se cuidan las gotas de lluvia,
esas lentes con que nos mira
cuando hay lluvia que se derrama en la rosa.
Cuidad la rosa
como si fuera la última,
como a un suspiro
a punto de ahogarse en el adentro,
como a un recuerdo frágil de nostalgia.
Cultivad la rosa
con la usura de los tesoros,
con el dulzor de lo pendiente,
de lo inaprensible.
Como se cuenta, en realidad,
a los amigos verdaderos
para que no nos falte ninguno.
MCH
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