Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 29 de mayo de 2024

Los libros de Javi


Pasear por sus estanterías es transitar sin pausa por el mundo y por el arte. Por el mundo, porque con las guías de viaje con que cuenta se podrían recorrer todos los continentes de página en página sin plantar los pies en el suelo. Y por el arte porque, aunque con especial predilección por la Italia de sus amores, hay muestras (casi seguro) de todas las corrientes que en el globo terráqueo han sido. La novelística, sin embargo, es un poco rara y la poesía directamente es una rara avis. Pero no le hace falta. La poesía (y aquí me permito un guiño y una sonrisa irónica, aunque cariñosa) está en él.

martes, 28 de mayo de 2024

Ordalía


Donde menos te lo esperas
salta la ordalía,
que es de bichos muy feos
y muy rastreros
con manías de holgazán
y estatura de cuarta y media,
pusilánimes en soledad
y maldicientes en compañía.
Por eso, párvulos todos,
intrigantes de mal augurio,
anodinos y resentidos,
acudid presto
a la mendaz ordalía.
Que nada hay ahora
que colme una higa
vuestra envidia
ni antes nada había.
Que lo que quiso ser
Danza del Fuego
ni a rescoldo alcanza
y apenas llega a ceniza.

lunes, 27 de mayo de 2024

Sur




En el sur del sur, 

con la capacidad intacta de avizorar el completo escenario

donde se dirimen las disputas humanas

contra todo lo que vive,

contra todo lo que se mueve,

contra todo lo que nace y respira,

contra todo lo que florece

y lo que repta, vuela y camina

en el sur del sur.

 

Como desde un atril imaginario,

atenta a la música que trae el viento,

frente a la tensa vibración de instrumentos de cuerda

y el roce de las hojas en los árboles,

golpean en percusión xilófonos de mar, como castañuelas,

piedras que arrastra la corriente,

caparazones de molusco

y el pico brioso del pájaro carpintero en la madera.

Todo suena, todo suena, hasta el silencio es sonido

en un inmenso concierto de calma y de aflicción.

 

Y entonces ella,

en un gesto inequívoco,

dispone arpas y vihuelas,

guitarras, trompetas, caramillos, oboes, zanfonas,

guimbardas y tambores.

Golpea después el aire suavemente,

como ala de ave levantando la noche.

Y luego, ordena el mundo.   


                                                           MCH

 

jueves, 23 de mayo de 2024

El fin del mundo


Ayer fui al cine a ver la segunda película dirigida (y también protagonizada) por Viggo Mortensen. Un western en lo formal pero con multitud de detalles que lo hacen diferente, como también lo es su director. 
Más allá del enfrentamiento entre los buenos y los malos, los honestos y los corruptos, los pacíficos y los violentos -como en cualquier película del Oeste que se precie-, los personajes principales (no hablo de los antagonistas) y algunos mal llamados secundarios conforman una maraña de relaciones personales llenas de delicadeza que concitan cierta admiración (acostumbrados como estamos a las obras del género tirando a toscas y centradas mayoritariamente en la acción, ya saben, pistolas, tiros y duelos) y se adentran en todo aquello que de generoso puede tener el ser humano.
Hablaba al principio de detalles y quiero mencionar algunos que me llamaron la atención: la gente lee (sigo sin hablar de los malos), el pianista del "Saloon" es mexicano, que como todo el mundo sabe es una nacionalidad bastante despreciada en las películas del Oeste hechas por yankis. Bueno, pues el pianista mexicano del "Saloon" toca piezas clásicas en el dolor y en el asueto. Los caballos, además de piafar, respiran y suspiran. El fin del mundo es el mar en el que algunos miramos más allá. Tan allá como las lágrimas que enfrentan a la muerte. 

miércoles, 22 de mayo de 2024

Yo recordaré por ustedes


En una pequeña ciudad de la nueva Alemania, llena como todas las demás de personas que cometieron durante la guerra delitos que han prescrito y que debido a esa amnistía llevan una existencia apacible rodeados de hijos y nietos, alguien empieza a llamar por teléfono, en medio de la noche, a ciudadanos respetables elegidos al azar. La voz solo dice, en un susurro: "Han descubierto lo que hiciste". Cada uno de los que recibe el llamado reacciona igual: deja de apuro su casa con las valijas sin cerrar, abandona la ciudad, se pierde furtivamente en el horizonte antes de que asome el sol. Hasta que una noche suena el teléfono en casa de aquel que hacía esos llamados y una voz anónima le susurra desde las sombras al intruso: "Hemos descubierto lo que hiciste".

Juan Forn.
Yo recordaré por ustedes.
Seix Barral.

miércoles, 15 de mayo de 2024

La pura casualidad


La vida es la más de las veces un organismo complejo regido por la casualidad. Continuamente se disfraza de tiempo, el que ganas, el que pierdes, donde te demoras, donde te encuentras. Tu casualidad y tu tiempo se entremezclan en una sopa mágica en la que también nadan las circunstancias de otros, sus decisiones, sus incertidumbres, tan parecidas a las tuyas, afectando terriblemente a sus casualidades y sus tiempos.
Un encuentro fortuito se produce o no se produce dependiendo de si te has equivocado de camino, de si te has levantado tarde o demasiado pronto, de si optas por pedirte un segundo café en lugar de conformarte con el primero. Esos minutos de más o de menos marcan sin saberlo un devenir irresoluble. No hay vuelta atrás, lo que pudo haber pasado no ocurrirá. Y a cambio sucederá algo distinto. Unas veces coincides con el amor y otras tropiezas de frente con el rostro impuro de la maldad.

martes, 14 de mayo de 2024

Aves de Chile: Pato Juarjual


Pato Juarjual en Chile o Pato Crestón en Argentina por la pequeña cresta que adorna su cabeza y que a veces es difícil de ver, el Ánade Juarjual es bastante común en la zona patagónica. La fotografía fue tomada en la bahía de Puerto Natales (Chile).

domingo, 12 de mayo de 2024

El fin de la historia


Algunas mujeres eran reacias a acatar las órdenes de su marido. A veces la línea entre ejercer el control y perderlo era muy difusa, como la que existe entre el amor y el dominio. Eso podía provocar grandes discusiones de puertas adentro que acababan en una rotura de muñeca o una nariz sangrando, mientras unos niños observaban la escena llorando y acurrucados en un rincón donde nadie los veía y al otro día lo contaban con todo lujo de detalles a sus amigos en el colegio. El incidente llegaba a oídos de los profesores y a veces se involucraba el Partido. Si la situación empeoraba, se organizaba una reunión en el lugar de trabajo o en el consejo local. Los camaradas intervenían para condenar un comportamiento cuya raíz achacaban a los defectos de la naturaleza humana, a las costumbres de la comunidad o al legado de la religión. El socialismo había logrado quitarles el velo a las mujeres, pero no el que cubría la mente de los hombres. Había conseguido arrancar las cadenas con cruces que colgaban sobre el pecho de las esposas, pero no las cadenas que constreñían los cerebros de sus maridos.   

Lea Ypi
Libre. El desafío de crecer en el fin de la historia.
Traducción de Cecilia Ceriani.
Anagrama.

miércoles, 8 de mayo de 2024

Cumpleaños


Vamos a mirarnos de frente
como si un espejo me devolviera tu imagen,
como si los años fueran la hoguera
 en la que se quema el tiempo,
como si el rescoldo ardiente 
fuera la edad que ya no tengo
y lo vivido, el rastro en la memoria
de ese yo desconocido. 

                               MCH

 

viernes, 3 de mayo de 2024

Las Inviernas


Lo que más les gusta que les cuenten es lo que las Inviernas ya no quieren recordar. Pero allí sentadas, el camisón subido hasta los muslos, se ven obligadas a hacerlo: una tarde de verano de 1936, cuando volvían de recoger genciana y manzanilla del bosque, corrieron a la cocina con la confianza de encontrar allí al abuelo, con quien vivían desde que eran huérfanas, sentado junto al fuego de la lareira: pero don Reinaldo no estaba. Sólo estaba la pota en la que solía cocer las hierbas para hacer las tisanas, el líquido derramado por el suelo. Las niñas no comprendieron nada, y unos días más tarde regresó el abuelo, flaco y demacrado, gritándoles que tenían que huir.
Metieron lo que pudieron en unos morrales y huyeron a través de la fraga. Durante tres días durmieron bajo los árboles, comieron moras y chuparon las raíces de los árboles. Pero no fueron muy lejos porque una pensaba en los lobos y la otra en los gatipedros. Volvieron a casa. El abuelo aún estaba allí pero al cabo de unos pocos días vinieron a por él. Delante de ellas, lo desnudaron, lo insultaron y se rieron de él haciéndole correr de un lado a otro para esquivar las pedradas. Cuando cayó inconsciente lo ataron de manos a la cola de un caballo y lo llevaron a rastras hasta el paraje donde fue fusilado.   
Entonces alguien, tal vez fuera una mujer de una aldea vecina, las metió en un autobús y las acompañó hasta el puerto de Bilbao; les entregó unas maletas de cartón. "Adiós", les dijo, y se dio la vuelta. Las niñas apenas la conocían, pero la visión de aquella mujer gruesa dándoles la espalda, desfilando por el muelle a grandes zancadas, sin volverse ni una sola vez para mirarlas, todavía las persigue.
Junto con otros muchos niños, casi todos vascos, zarparon en el buque La Habana. Nunca habían visto el mar, lo vieron por primera vez desde aquel barco. Las niñas estaban convencidas de que las llevaban a Cuba para coger esas monedas de oro que crecían de los árboles como racimos de uvas.
Pero tras cuarenta y ocho horas de viaje, entre mocosos que lloraban y vomitaban, llegaron al puerto de Southampton. Había banderitas por todas partes y no hacía calor. El día antes había tenido lugar la coronación de Eduardo VIII de Inglaterra, pero ellas quisieron  pensar que las banderitas las habían puesto para celebrar su llegada a La Habana. Cada niño llevaba únicamente dos mudas de ropa y un cartón con sus datos personales. Un señor las recogió y las llevó a un campamento. Aquello no era como lo que contaban en la lareira. Llovía, hacía frío, y no había loros parlanchines ni mulatas. Tampoco había oro colgando de los árboles. El señor que las recogió les aclaró con una media sonrisa que no estaban en Cuba sino en Eastleigh.
En ese campamento estuvieron varios meses. Cantaban, bailaban y eran educadas en la lengua inglesa. Nunca las trataron mal. Tampoco exactamente bien. Cuando terminó el verano, las separaron y las pusieron a trabajar.

Cristina Sánchez-Andrade.
Las Inviernas.
Anagrama. 

miércoles, 1 de mayo de 2024

Ellas ilustran









En un reciente viaje a Madrid tuve la oportunidad de disfrutar de una exposición titulada "Ellas Ilustran" en el Jardín Botánico. Estaba dedicada a las mujeres que durante siglos han materializado las brillantes imágenes que aparecen en muchas publicaciones científicas del pasado y del presente. Justo es que, de alguna manera, se dé valor a estas artistas y a su labor oscura y demasiado poco reconocida. Como curiosidad, descubro que una de esas mujeres es la abuela del poeta Antonio Machado, Cipriana Álvarez de Durán de Machado (1827-1904).