En 1998 viajé por segunda vez a Irlanda. Fuimos hacia el norte por toda la costa oeste. Volvimos a Dingle, volvimos a Galway, volvimos a Donegal y llegamos a Derry. Allí visitamos el barrio del Bogside, bastión republicano donde sucedieron muchos años antes los desgraciados asesinatos del Domingo Sangriento.
A las afueras del Bogside, en una loma, hay un cementerio. Aquel día unos niños jugaban entre las tumbas. Y allí nació este poema...
LOS DELFINES DEL BOGSIDE
Es hermoso ser un delfín en el Bogside,
saltar sobre las flores,
ensuciarse con el fango,
jugar a los comanches
entre las cruces del camposanto.
(Si no fuera por mi madre,
las cuentas del rosario
para la memoria doliente
de mi padre o de mi hermano)
Cada calle un muro,
cada muro una afrenta.
(Nunca olvida este barrio a sus muertos)
Es hermoso escaparse de la escuela,
saltar sobre las flores,
mancharse con el fango,
hacer gestos obscenos
a los bastardos de la otra ladera.
(Si no fuera por los gritos...
y tantas y tantas banderas)
En este cementerio
sembrado de símbolos de piedra.
Mariano Calvo Haya.
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