Si no fuera porque la podadora, encaramada al vértice de la tierra, lejos de dormirse en los laureles, los asea y les hace la raya al medio, bien pareciera que estuviese cercenando el hilo que une al globo solar con el planeta que nos cobija.
Entonces, si eso ocurriera, la pregunta sería: ¿Quién vagará en la negritud del Universo por los infinitos de los infinitos?
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