En cuestión de un par de semanas he tenido la oportunidad de visitar los museos arqueológicos de Les Eyzies-de-Tayac y de Santander. Además de maravillarme en ambos lugares con el legado de nuestros antepasados, he podido comprobar la capacidad del ser humano para el arte desde tiempos remotos, cuando las tendencias y los estilos no tenían demasiada importancia, no existían probablemente los marchantes ni los críticos y las galerías eran otra cosa.
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