Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

viernes, 11 de noviembre de 2016

Mayo



Mayo me mira con una interrogación que se le escapa por los ojos. ¿Qué te ocurre, amigo? ¿Qué penas te turban? ¿Qué congojas te afligen, que mi compañía procuras?
Y yo no sé explicarle que los vientos vienen torcidos y que me duele el alma por los que pierden la voz y por los que ya no cuentan. ¿Cómo decirle que las nieblas tapan el mundo?
Mayo está atento a cualquier ademán que pueda ser interpretable en sus códigos perrunos y, a ratos, empuja mis botas con su nariz hasta que están lo bastante cerca para que yo pueda calzarlas. Y entonces, con un gesto inequívoco, me dice que ya va siendo hora de salir. A descubrir y a fundar.

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