Debe ser que los astros se juntaron de un tiempo a esta parte de una manera absurda. Debe ser que tengo la cabeza en otro sitio y ando descabezado. Debe ser que mi brújula vital se mueve algo desnortada o que confundo los signos con estrellas y estoy, por tanto, en trance de estrellarme. O simplemente es que, con la alarma, estoy alarmado. Va a ser eso.
El caso es que no leo, no leo (aquí mismo va un crujir de dientes y un mesarse los cabellos) con la alegría de otras épocas. Estoy convencido de que se trata de una anomalía. Con todo el tiempo que tengo aquí encerrado, pardiez.
De lo poco leído y aprovechado en estas jornadas de confinamiento está este "Niño Anómalo". Una maravilla, podría decir, si no fuera por lo que hay detrás, por lo que narra el autor con cierto coraje, con mucho dolor y con ese desdoblamiento característico de aquellos que necesitan alejarse unos pasos y ver su vida con la distancia necesaria para no hincar la rodilla.
"Niño anómalo" recuerda por el tema a la película "Kamchatka". Ambas historias reflejan la mirada desconcertada de los niños de la clandestinidad durante la dictadura en Argentina y, en su lectura, podría haber subrayado, sobrecogido, infinidad de momentos. Sin embargo me voy a quedar con dos citas, aunque ninguna de ellas es exclusiva del autor, Fede Nieto.
La primera va en los créditos, al final del libro, justo en la parte que habla de la fecha y lugar en la que se ha realizado esa primera edición, y la escojo porque es enternecedor terminar recordando a tantos niños que vivieron la torturada vida del protagonista, mencionando la famosa frase de John Irving: "Buenas noches, príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra".
Y la segunda cita porque es pura y execrable poesía de lo atroz (y lo digo, sabiendo que me arriesgo mucho en este caso con el término "poesía"). Digamos que podría calificarse como lo antagónico al famoso, y mil veces citado, poema de Martin Niemöller atribuido erróneamente a Bertolt Brecht.
La primera va en los créditos, al final del libro, justo en la parte que habla de la fecha y lugar en la que se ha realizado esa primera edición, y la escojo porque es enternecedor terminar recordando a tantos niños que vivieron la torturada vida del protagonista, mencionando la famosa frase de John Irving: "Buenas noches, príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra".
Y la segunda cita porque es pura y execrable poesía de lo atroz (y lo digo, sabiendo que me arriesgo mucho en este caso con el término "poesía"). Digamos que podría calificarse como lo antagónico al famoso, y mil veces citado, poema de Martin Niemöller atribuido erróneamente a Bertolt Brecht.
En mayo de 1977 el general argentino Ibérico Manuel Saint-Jean, gobernador de la provincia de Buenos Aires durante el mandato del dictador Jorge Rafael Videla, pronunció un discurso en el que soltó la siguiente perla (o indeleble aviso a navegantes con total actualidad):
"Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, enseguida a aquellos que permanecen indiferentes y, finalmente, mataremos a los tímidos".
Una inequívoca invitación a abandonar la timidez. Y la indiferencia.
Una inequívoca invitación a abandonar la timidez. Y la indiferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario