Me siento en el banco del jardín
a pensar en las cosas
pequeñas.
Pero también en el estupor que nos causan
las travesuras del destino infiel
cuando nos mueven la silla por sorpresa,
cuando nos vemos obligados a abandonar la idea estúpida
de que alguna vez fuimos
los reyes del orbe
y los dueños de la Historia.
Hace una tarde hermosa y las abejas rondan las flores del
limonero.
De vez en cuando animan el aire las idas y venidas de los
gorriones
y el suave aleteo de
las urracas cuando van a saciar la sed
a la cisterna cercana de mis vecinos.
Un niño alegra con sus risas el camino
que pasa al lado de mi reposo.
Y yo, por un rato, juego a ser ese niño. Y me río para
adentro
con mis alegrías de antaño.
Y entonces bailan mariposas frente a mí
y una musaraña, pequeña como un recuerdo,
hace su nido en mi mano.
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