Ésta es quizá la última fotografía que hice cuando aún China quedaba muy lejos y nosotros éramos indestructibles. Cuando la ciencia ficción o la literatura de catástrofes no se habían introducido en nuestro horizonte y en nuestras vidas. Cuando todavía éramos libres.
Cuando el monstruo del temor estaba dormido.
O tal vez, desperezándose.
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