Me levanto con ánimos. Ayer estuvimos hablando varias horas con los amigos chilenos, Hugo y Gi, que viven en Santiago desde la anterior crisis, y con Corinne y JR. Pudimos vernos las caras como cuando íbamos a celebrar la República cada 14 de abril, o lo que se terciara (también la independencia de Chile en alguna ocasión).
A mi, que a veces se me escapa la misantropía por las costuras, me parece extraordinario cómo un rato de conversación con los viejos amigos carga las pilas de esta manera. Supongo que también ha tenido algo que ver tirar de azada en la huerta. No sé.
Y nada más por hoy. Me voy un rato a que me pasee el perro. Luego me espera la condenada partida de ajedrez a distancia con mi hermano.
Mi próximo movimiento: F2 F4.
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