Y entramos en la tercera semana dentro de la madriguera. Esto va para largo, me temo. Y además, hoy, con lluvia y con frío.
Qué lejano parece el cuento chino de Wuhan. Supongo que ya pocos quieren acordarse de los chistes chuscos sobre chinos de hace cosa de un mes más o menos y de la proverbial displicencia hispánica ante todo aquello que nos queda lejos (en kilómetros y en conocimiento). Pero eso sí, somos más chulos que nadie. Chulos y racistas hasta que nos cae la primera piedra.
En Europa, que también son más chulos que un figurín, están entrando por reconocer titulación a los médicos sirios refugiados o por llamar a brigadas de médicos cubanos, ese denostado país que, a poco que te descuides, te va dando lecciones a diestro y siniestro.
A lo mejor a esta Europa dividida y egoísta, se le caen de una vez por todas los anillos y se le pone cara de tercer mundo.
Por de pronto Portugal (menos mal), que es otro país que últimamente va dando lecciones, ha regularizado a todos sus inmigrantes para protegerlos, según dicen, del bicho. Un bicho por otra parte que, como se ha visto, no distingue ni de colores ni de sabores. Todo le da igual.
Por de pronto Portugal (menos mal), que es otro país que últimamente va dando lecciones, ha regularizado a todos sus inmigrantes para protegerlos, según dicen, del bicho. Un bicho por otra parte que, como se ha visto, no distingue ni de colores ni de sabores. Todo le da igual.
Tal vez por el norte vayan aprendiendo.
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