No es que nos acordemos. Es que tenemos una necesidad total de saber de ti. De ti, que nos acompañaste cuando el alma nos dolía. Y de ti, que nos hiciste reír a lágrima viva de tristezas. O de ti, que nos enseñaste a ver lo inadvertido y a escuchar lo silencioso. También de ti, que no nos diste la razón pero comprendiste.
No es que nos acordemos. Es que queremos tener aquí a quienes estáis lejos. Y movernos por el mundo con todos. Aunque el mundo sea hoy un claustro calcinado y estrecho.
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