Todas las tardes camino por el parque entre abuelos solitarios, sentados en los bancos de uno en uno, mirando al suelo, contemplando en las hojas caídas el proceso de decrepitud que nunca reconocerán como propio.
Todas las tardes camino por el parque tomado por adolescentes que gritan a las copas de los árboles con una furia y un alborozo que merecería mejor destino.
Todas las tardes camino por el parque, cruzo hacia la orilla del estanque en el que nadan distraídos los azulones. Saludo a los reyezuelos y a los carboneros y me imagino que ese vuelo inquieto y esos tirabuzones alrededor de mi cabeza son un sencillo modo de amable correspondencia.
Luego salgo por el otro extremo del parque y espero a que llegues, como todas las tardes, en la mitad del puente de piedra.
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