No sé si he dicho que he tenido un pequeño, aunque recurrente, percance que me ha dejado confinado dentro del confinamiento.
Claro que, tras ahondar en los noticieros, dan ganas de encerrarse de verdad, abominar de la especie y dedicarse a la cría de gamusinos o al cultivo de gladiolos de pascua. Que un tipo como Trump, experto en ocurrencias y gilipolleces varias, se haga con el poder en uno de los países más poderosos de la tierra da la medida exacta (incluso para aquellos que no quieren saber de Hitler) de adonde puede llegar la humanidad.
¿Adónde puede llegar la humanidad? En estos momentos de postración yo también me dedico a recorrer la Avenida de los Misterios Insondables.
Menos mal que hoy es 25 de abril, hay claveles rojos en mi memoria y en la de mis amigos, y ya vamos liquidando por este año este rosario de festividades íntimas que empieza el 17 de marzo, pasa por el 14 y el 25 de abril, para terminar, como no, en el 1 de mayo.
Insisto, menos mal que nos queda Portugal. Si no íbamos a hacer un pan como hostias.
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