Tiempo después de recibir el premio Cervantes, el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti inició el periodo de los doce últimos años de su vida confinado voluntariamente en la cama de su casa de Madrid. Desde allí manejaba el timón de su vida: recibía, escribía, comía, leía la prensa, hacía el amor... Nunca más salió hasta el día de su muerte.
Leo en un reportaje que su viuda dijo en alguna ocasión que no fue ni por enfermedad, ni por miedo a mirar la realidad de frente, sino más bien por pereza.
Pero, qué le voy a hacer, a mí me cuesta creer que alguien llegue a ese abandono sin más.
Cómo sería lo que intuía para tomar tal decisión.
Finaliza un abril que nunca empezó, y como diría el recordado Aute, "hace mucho frío afuera".
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