Cada vez necesito menos. Mi exiguo fondo de armario está convirtiéndose con los días en algo más y más superfluo. No como, no duermo, no leo. Mi perro cada día recuerda más a una alfombra. Yo, cada día recuerdo más a una alfombra. Dicen que hay una luz al final de un túnel, pero yo solo imagino un resplandor crepuscular que nadie se molesta en explicar, ni qué va a tener de novedoso ni qué va a tener de restrictivo.
Mientras tanto, hacia allí vamos, galopando por pasillos cibernéticos, entretenidos, entre aplausos y cacerolas.
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