Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

lunes, 29 de febrero de 2016

Para cruzar el desierto

SPHINX

Perdido en el desierto
pregunté a la esfinge
por el camino del agua.

Cerró los ojos.

Derramó una lágrima.

Tuve suficiente
para llegar al oasis.


Isaac Cuende

sábado, 27 de febrero de 2016

Niños

    Deir ez Zor. 2008

    Alepo. 2008

    Cerca de las Ciudades Muertas. Siria. 2009

A veces creemos que ellos son algo indeterminado, gente sin rostro que ahora vaga por las carreteras europeas, sombras en el agua, cuerpos en la playa.
Los periódicos los dibujan como una marea inabarcable.
O un problema.
Pero, ahora, sin querer, en la comodidad de la distancia, mientras no escucho bombas, mientras no siento la angustia de las vallas o el miedo de las olas, mientras olvido que mi futuro no se ha ido al traste, repaso fotografías, fijo momentos y lugares en el tiempo. Encuentros.
Y no sé si son o si están o adónde fueron. 

jueves, 25 de febrero de 2016

Pueblos XI

    Oceño. Asturias.

lunes, 22 de febrero de 2016

Autorretrato en los ojos de otro


Si me miro en los ojos de otro, ¿qué veo?
¿me veo a mí o le veo a él?
O tal vez lo que se posa en su mirada.
Un instante cruzando.  

domingo, 21 de febrero de 2016

Disidentes


Es curioso, a veces, cómo se tejen las relaciones humanas. Y el caso es que va a hacer un año ya. Quisimos cambiar las cosas y de algún modo las cambiamos, aunque no fuera en el sentido que imaginábamos. Da igual. Lo cierto es que ahí estamos, ahí seguimos. Somos diferentes y, sin embargo, hubo un momento y un lugar en que nos reconocimos. Lo de menos es que nos cueste encontrar el tiempo para converger todos a una. Todo se andará (si la vara, que por el aire va, no se rompe).  

jueves, 18 de febrero de 2016

Micenas


"A Micenas no debe viajarse tan sólo para testificar la verdad de la Historia; importa más atravesar la Puerta de los Leones y subir las escaleras de mármol desgastadas por los siglos, sintiendo que se asciende el sendero de los héroes"

"Todo europeo que ame los libros debe traspasar, al menos una vez en su vida, la Puerta de los Leones del palacio de Micenas" 

Javier Reverte.
Corazón de Ulises.

martes, 16 de febrero de 2016

El bosque

                                                                           A la resistencia


Un día, bien temprano, apareció una brizna de hierba en un resquicio entre el cemento y una baldosa. A la mañana siguiente brotó más hierba, lentamente, como suceden las cosas en la naturaleza cuando tienen intención de perdurar. Más tarde, una planta rastrera comenzó a tomar posiciones. Transcurridas varias jornadas, las aceras, sin tránsito de peatones, se parecían cada vez más a un tímido jardín japonés.
Luego a consecuencia de unas cuantas suradas, tan típicas del lugar, empezaron a estropearse las luces de las farolas; y algunas de ellas comenzaron a doblar la cerviz por la fuerza del viento imparable. Varias semanas después, cuando le dio por llover, todos los fanales dormían acostados el sueño de los justos. Y fue justo en ese momento cuando a sus superficies metálicas comenzó a nacerles una hermosa piel de musgo. A todo esto, el césped siguió creciendo. Y junto al verde, abrieron sus corolas flores con todos los pigmentos conocidos: lirios, anémonas, hortensias, rododendros… Hasta la morada flor del azafrán, que nunca antes había sido propia de aquel andurrial, nació junto a una señalización de prohibido circular a más de cuarenta kilómetros por hora. Imposición inútil, por otra parte, dado que por allí nadie transitaba desde hacía mucho, a no ser algún forastero despistado.
Todo fue sucediendo muy poco a poco, como ya dije antes; sin embargo, lo extraordinario, lo verdaderamente extraordinario comenzó con los crujidos del asfalto. Como si entre el silencio polar se escucharan los lamentos de los hielos.
A tal punto llegó el ruido que los vecinos en varios kilómetros a la redonda perdieron el sueño. Y sin el sueño fue creciendo la alarma. Y con la alarma, muchas fueron las llamadas de socorro que comenzó a recibir el burgomaestre a cualquier hora del día y de la noche. Con lo cual también empezó a perder el sueño que nunca hasta entonces había extraviado.
Para cuando quiso avisar a los operarios y a los funcionarios, con el objeto de que tomaran cartas en el asunto y resolvieran de una vez por todas aquel desbarajuste, de las grietas de la calzada, tomada por la floresta, nacían unos troncos que crecían y crecían. Y de los troncos salían unas ramas que intentaban robar el aire. Y el aire agitaba las hojas que acababan entrelazándose con otras hojas bailando el vals de los bosques renacidos.
Y allá al fondo, en el roble más alto, una ardilla curiosa contemplaba bajo sus patas el rítmico y sosegado baile de las copas de los árboles.  

domingo, 14 de febrero de 2016

Librería 67

    Atenas. Grecia.

Aquí cayó una nueva "Isla del Tesoro" para mi colección. Esta vez en cómic. Y van...

viernes, 12 de febrero de 2016

Exhumación


Sí. Hay que arrancarse el olvido, desterrar el miedo, descoser sus costuras.
Hay que arrancarse el olvido, como quien arranca del alma las raíces podridas de la ira.
Hay que arrancarse el olvido, renacer de la desolación, cubrir la desnudez de los muertos, airear la tierra y que la luz contemple sus pobres posesiones.
Hay que arrancarse el olvido. Hacer memoria. Hacer memoria. Hacer memoria.
Y recordando, quitarse de encima el peso feroz de los asesinos.


http://lavoragine.net/exhumacion-materia-cruda-una-obra-unica-para-dar-voz-a-lo-invisible/

martes, 9 de febrero de 2016

Hartocidades en el Estado de los Necios


A esta hora en la que escribo, un par de titiriteros seguirán enchironados y yo, en mi ingenuidad, continuaré alucinando con el país en el que vivo.
A esta hora en la que escribo, no me queda más remedio que pensar que a las inmundas comadrejas les dan igual los titiriteros, los niños, los terroristas, las víctimas...
A esta hora en la que escribo creo que a las inmundas comadrejas solamente les interesa ganar su pulso de titanes, vencer al otro, al enemigo.
A esta hora en la que escribo, y también antes o después, las inmundas comadrejas juegan al ajedrez como generales necios y alocados, que sacrifican con total impavidez cualquier peón innecesario.
A esta hora en la que escribo me gustaría descoyuntarme de risa con sus guerras de oper-eta, pero entonces me da por acordarme de que en semejantes dislates (siempre, siempre) el primero en morder el polvo es el corn-eta.    

sábado, 6 de febrero de 2016

lunes, 1 de febrero de 2016