Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 26 de abril de 2023

Égloga


He aquí el único ejemplar que se conoce de la edición príncipe (primera edición) de Amarilis, extensa égloga que Lope de Vega publicó en 1633, dos años antes de morir él y un año después del fallecimiento de su amante, la propia Amarilis, llamada en realidad Marta de Nevares, actriz de profesión, de la cual cayó rendido en amores Lope y con la que convivió siendo él ya cura viejo, con el consiguiente escándalo en la sociedad de la época.

Tuve la oportunidad hace unos días de tener este libro al alcance de mi vista (y también de mis manos, aunque no quise darles ese placer) y ciertamente me sentí como quién está delante de un tesoro. Es decir, feliz y maravillado.

lunes, 24 de abril de 2023

Memorias de Abajo




La primera fotografía que aparece es un mapa dibujado por Leonora Carrington del Santander que ella conoció. Son los límites de la clínica psiquiátrica del Doctor Morales, hoy desaparecida.
La pintora mexicana de origen británico, a diferencia de Cervantes en el comienzo del Quijote, sí hubo un momento en el que quiso acordarse del lugar en el que había padecido reclusión y tortura y, debido a ello escribió un pequeño y muy conocido libro titulado "Memorias de Abajo".
Por suerte consiguió escapar de las garras de su influyente padre, el cual movió todos los hilos posibles para recluir a la hija por tiempo indeterminado en diferentes sanatorios mentales. Algo, por otra parte, que debió estar de "moda" en algunas épocas cuando progenitores de posibles no sabían qué hacer con las hijas díscolas. Y digo hijas porque se trató de una práctica que muy mayoritariamente se ejerció con mujeres.
Lean otro libro, si no, que habla dolorosamente del mismo tema. Se trata de "La extraña desaparición de Esme Lennox", escrito por Maggie O'Farrell.  

Por suerte, Leonora Carrington consiguió escapar de una España tenebrosa a finales de 1940 a través de Lisboa y en dirección a México, donde se radicó y nos entregó una obra pictórica realmente magnífica.

Las fotografías están tomadas en la exposición que sobre la pintora tiene en la actualidad la Fundación Mapfre en Madrid. 

domingo, 23 de abril de 2023

Comienzo de la sombra


Nunca me había pasado de andar sin un peso en el bolsillo. No podía comprar nada y no me quedaba nada por vender. Mientras iba en el tren me gustaba mirar el atardecer en la llanura pero ahora me era indiferente y hacía tanto calor que esperaba con ansiedad que llegara la noche para echarme a dormir debajo de un puente. Antes de que oscureciera miré el mapa porque no tenía idea de dónde estaba. Hice un recorrido absurdo, dando vueltas y retrocediendo y ahora me encontraba en el mismo lugar que al principio o en otro idéntico. Un camionero que me había acercado hasta la rotonda me dijo que encontraría una Shell a tres o cuatro kilómetros de allí pero lo único que vi fue un arroyo que pasaba por abajo de un puente y un camino de tierra que se perdía en el horizonte. Dos paisanos a caballo seguidos por un perro mugriento iban vareando animales y eso era todo lo que se movía en el paisaje.

Una sombra ya pronto serás.
Osvaldo Soriano.
Seix Barral. 

viernes, 21 de abril de 2023

2001. Una odisea en el espacio.





Estoy recién regresado de Madrid. Esta mañana, mi última mañana en la capital del reino, no tenía mucho que hacer y aproveché para vagar por las calles del centro.
Salí del Metro en la Puerta del Sol con intención de acercarme a las calles aledañas a la Plaza Mayor. En cuanto subí las escaleras hacia la superficie me arrepentí de la decisión.
Sorteé turistas, driblé señoras con ramitos de romero que te mercadean la suerte a tanto la esperanza, esquivé jóvenes vendedores de oenegés, todos entrenados y aleccionados de la misma manera y probablemente en el mismo lugar. Simpáticos, sonrientes, con el mismo abanico de bromas para cada situación, con el discurso aprendido intercambiable; lo mismo te pueden comerciar con el hambre en el mundo que con la extinción de la foca monje, con el calentamiento global o con los últimos habitantes del Amazonas más intrincado. Sinceramente esto ha llegado a un punto en el que, al menos para mí, apenas hay diferencias entre las mujerucas de las ramas de romero y los campechanos jovenzuelos que intentan ganarse malamente un dinerillo con las penas y los problemas de conciencia de los ajenos. Pero la culpa no es de estos chavales sino de quienes los contratan y de esas mega-organizaciones que saltan como avispas cada vez que olfatean una catástrofe en el mundo.
Total, que camino a la sombra del edificio que alberga a la presidencia de la Comunidad de Madrid, mirando al frente con esmero para ver qué asaltante me aguarda a continuación y en esto que reparo en varios carteles de piedra que adornan la fachada. Uno de ellos en recuerdo de las víctimas del atentado del 11 de marzo y en homenaje de aquellos que socorrieron. Bien. Otro con dedicatoria a los muertos por la pandemia de la Covid-19. Bien también. Y por último a aquellos españoles que se enfrentaron a las tropas napoleónicas en mayo de 1808. Esto mal, porque a mi entender mejor nos habría ido si se nos hubiera pegado algo del “chic de lo francés”, que diría el amigo Krahe. Y entonces me doy cuenta de que no ha mucho (en tiempos del dictador) aquel edificio había sido la Dirección General de Seguridad. O sea el tétrico lugar en el que muchos españoles de bien habían sufrido cárcel, torturas y miedo por sus ideas políticas o por su condición.
Así que hice un recorrido perimetral por el exterior del edificio, caminando por sus cuatro calles, y aparte de guardias civiles en sus puertas, nada, oigan. Ni un cartelito de papel recordando a los rojillos y homosexuales que pasaron por ahí contra su voluntad. Pero bueno, siempre cabe la posibilidad de que el justo recordatorio se encuentre dentro, ¿no?
Aunque lo más seguro es que alguien diga que con ello estoy reivindicando historietas trasnochadas de la guerra del abuelo. En este país nos comportamos así, mientras suspiramos patrióticamente por los cuentos del tatarabuelo que tocaba la trompeta allá por 1808.
Y con esos presentimientos me marché en dirección de la Plaza Mayor (sí, la del cup of café con leche, o algo así, que hay que tener mucho brío para tamaña gilipollez). Pero no tuve redaños. Apenas puse el pie atolondradamente lo retiré como alma que lleva el diablo ante las hordas y hordas de turisteo que han hecho caso a aquella alcaldesa llamada por mal nombre Ann Bottle.  
Así que me fui camino de las afueras, que uno siempre tuvo cierta tendencia al extrarradio, mientras añoraba mi pequeño rincón en el norte. Y mientras añoraba y añoraba alguien sorpresivamente me paró con la pretensión de hacerme una encuesta sobre el consumo de pechuga de pollo en el país (verídico).
Oigan, que a partir de ese momento, ya ven, continué incrédulo mi retirada sin hacer ni puñetero caso al presunto preguntador, mientras movía la cabeza como un viejo y desalentado elefante camino del descanso eterno. Como lo oyen.

 

jueves, 20 de abril de 2023

Librería 85



 Librería "Mujeres". Madrid.

sábado, 15 de abril de 2023

Mil novecientas noventa y nueve


"La nube en la boca" comenzó su caminar el 26 de enero de 2010. Su título es un recuerdo de un recuerdo que nunca me he podido quitar desde 2001 y que siempre intentó ser el homenaje íntimo a la representación que los antiguos pueblos mexicanos hacían de la palabra. Durante todos estos años, hasta las 1999 entradas de hoy, ha habido muchas palabras y muchas vidas, que son la mía y la de aquellos que voluntaria o involuntariamente me han ido acompañando.
Luis Alberto, que a veces me daba estopa desde los comentarios, ya no está. JR que muchos días se madrugaba con esta nube, ya no está. Algunos otros están, pero están lejos, y algunos más son queridas sombras que apenas intuyo en ocasiones pero que me reconfortaron grandemente desde sus confines en pandemia.
Ayer fue 14 de abril. Hacía tiempo que no nos reuníamos a comer y a constatar que sigue siendo muy difícil guarecernos bajo la tricolor. Pero ayer nos reunimos. Con ausencias y con dolor que no nombrábamos, pero nos reunimos. No estábamos todos, pero estábamos. Y esto es, en vísperas de las 2000 entradas de un blog, sólo una forma de celebrar a los amigos.


viernes, 14 de abril de 2023

La piel

-El pueblo napolitano- dijo el príncipe de Cania- es el más cristiano de Europa.
Y refirió que el 9 de setiembre de 1943, cuando los americanos desembarcaron en Salerno, el pueblo napolitano, aun cuando estaba desarmado, se rebeló contra los alemanes. La lucha feroz por las calles y callejones de Nápoles duró tres días. El pueblo, que había contado con la ayuda de los aliados, combatía con el furor de la desesperación. Pero los soldados del general Clark, que hubieran debido acudir con mano fuerte a la ciudad sublevada, estaban agarrados a la orilla de Pesto y los alemanes les golpeaban las manos con sus gruesos zapatones herrados para obligarles a soltar la presa y arrojarlos de nuevo al mar.
El pueblo, creyéndose abandonado, gritó a traición: los hombres, las mujeres, los chiquillos, combatían llorando de dolor y de rabia. Después de tres días de lucha atroz, los alemanes, que ya (...) habían comenzado a retirarse por la ruta de Capua, regresaron con más fuerzas, volvieron a ocupar la ciudad y se entregaron a represalias horribles.
Los prisioneros alemanes caídos en manos del pueblo eran muchos centenares. Los héroes e infelices napolitanos no sabían que hacer con ellos. ¿Dejarlos libres? Los prisioneros hubieran hecho estragos con los mismos que los habían hecho prisioneros y liberado. ¿Degollarlos? El pueblo napolitano es cristiano, no es un pueblo de asesinos. Y así los napolitanos ataron de pies y manos a los prisioneros, los amordazaron y los escondieron en el fondo de sus tugurios, esperando la llegada de los aliados. La tarea de custodiar a los prisioneros fue encargada a las mujeres; las cuales (...) cediendo a la piedad cristiana, quitaban el pobre y escaso alimento de la boca de sus hijos para dárselo a los prisioneros (...). Pero a pesar de la mezquindad de la nutrición, los prisioneros, que no podían hacer otra cosa que dormir, engordaban como pollos cebados.
Finalmente, a primeros de octubre, después de un mes de angustiosa espera, los americanos entraron en la ciudad. Y al día siguiente, sobre los muros de Nápoles, aparecían grandes manifiestos en los cuales el gobernador americano invitaba a la población de Nápoles a entregar a los prisioneros en el plazo de veinticuatro horas (...) prometiendo una recompensa de quinientas liras por cada prisionero. Pero una comisión de ciudadanos fue a ver al gobernador y le demostró que dados los precios a los cuales habían subido las habichuelas, las lentejas, el tomate, el aceite y el pan, el precio de quinientas liras por prisionero era demasiado bajo. (...)
El gobernador americano se mostró inflexible.
-He dicho quinientas liras, y ni una más.
-Muy bien, Excelencia; entonces nos los quedamos (...), y se fueron.
Algunos días después el gobernador hizo fijar unos pasquines en los que prometía mil liras por prisionero.
La comisión de ciudadanos volvió a ver al gobernador y le dijo (...) que los prisioneros comían con apetito y que entretanto los precios aumentaban, y que mil liras era poco. (...)
-Hoy por menos de dos mil liras no podemos darlos. Nosotros no queremos especular, queremos, sencillamente, resarcirnos del gasto. Por dos mil liras, Excelencia, un prisionero es regalado.
El gobernador se enfureció.
-¡He dicho mil liras y ni un céntimo más! Y si dentro de veinticuatro horas no entregáis los prisioneros os meto a todos en la cárcel.  
-Métanos en la cárcel, Excelencia, háganos fusilar si así le place, pero el precio es éste, no podemos venderlos por menos de dos mil liras por cabeza. Si no los quiere haremos jabón con ellos.
-What? -gritó el gobernador.
-Haremos jabón -dijeron los ciudadanos con voz suave; y se fueron.
-¿E hirvieron verdaderamente a los prisioneros para hacer jabón con ellos?  -preguntó Jack.
"Cuando en América -pensó el gobernador-  sepan que por culpa mía se fabrica jabón con los prisioneros alemanes, lo menos que puede ocurrirme es perder el puesto."    
Y pagó dos mil liras por cada prisionero.

La piel.
Curzio Malaparte.
Plaza y Janés S.A.  




 

miércoles, 12 de abril de 2023

La taberna del maquis

Me temo que aún no hemos conseguido localizar ubicación para la Taberna del Maquis, del mismo modo que sigue siendo difícil que la Librería La Varsoviana reúna todos los libros que queríamos leer. A punto estuvimos en Oswiecim y en Argos. Pero ya sabes que no vamos a desfallecer y que tenemos el propósito de seguir vagabundeando en su busca. Y es seguro que algún día encontraremos abrigo en algún lugar a prueba de inclemencias para reunirnos con todos los amigos a tomar ron (pero sin Coca Cola), a charlar de lo humano (porque lo divino nos resbala), a entonar esa canción que tanto nos desgarra y a planificar hacia dónde nos llevarán nuestros pasos cuando estemos cansados de la molicie y el reposo. 
Y para cuando llegues, las zapatillas las dejaremos en la puerta.

martes, 11 de abril de 2023

Shakespeare and Company



La libertad es una librería.
Joan Margarit.

En este edificio de la rue de l'Odeon de París abrió Sylvia Beach su librería Shakespeare and Company y aquí, como reza la placa, se publicó la primera edición del Ulises de James Joyce en 1922. 
Durante años fue centro de reunión y estafeta de muchos de los escritores que pasaban por la capital francesa, Hemingway, D.H. Lawrence o Gertrude Stein  entre ellos.
La librería original, que en la actualidad se encuentra en otra ubicación a orillas del Sena y frente a la Catedral de Notre Dame, cerró sus puertas en 1941 durante la ocupación nazi de París debido a que un oficial alemán intentó comprar la novela Finnegans Wake de Joyce en un par de ocasiones, a lo cual se negó la librera. El oficial, la segunda vez amenazó a Sylvia Beach con la confiscación de sus bienes y ésta en respuesta clausuró el establecimiento.


 

domingo, 9 de abril de 2023

Esperando a las alondras

Fotografía: José Gabriel Herrería.



Es como anhelar la mejor de las noticias. 
Observar cada detalle,
cada brizna de hierba
tras la que se esconde el secreto.
Aguardar a que regresen 
los que se marcharon inesperadamente. 
Aprender. 
Descubrir con la curiosidad de los que aman.
Sostenerse.
Imaginar el vuelo,
el silencio de las alas, 
las invisibles volutas en el aire.
Y luego, cuando todo está por hacerse,
esperar a las alondras.

                                                   MCH

martes, 4 de abril de 2023

Mayo


Mayo era el perro que nació en junio y murió en abril porque el mes de mayo había que dejarlo libre para vivir. Y eso era, un superviviente, aunque le faltaron dos meses para cumplir 14 años.
En ese tiempo fue operado cinco veces. A los dos años de edad se tragó los restos de una pelota de goma que se quedaron atascados en su intestino. Le abrieron la barriga para extraerlos. Cumplidos los ocho años, con complejo de salmón o de sardina, se tragó un anzuelo con sedal en un paseo por la costa. Esas basuras que dejan por allí algunos pescadores de caña desaprensivos. Le volvieron a abrir la barriga para extraerlo. A los nueve y a los diez años fue intervenido en los cartílagos de las orejas por un mal propio de perros que les produce hartos dolores. A los once años un cáncer le arrebató los testículos, lo cual produjo en él cierto cambio de carácter que le impedía sentirse tan dueño como antes de cualquier territorio por el que pasara.
Con trece años y diez meses la vida se le hizo larga y lenta. Y a nosotros tan dolorosa como el abandono y la soledad. 
Ha pasado un año y seguimos sintiendo el dolor, el abandono y la soledad.
Hoy cuando camino por los prados alguien me dice, "ahí va el hombre sin perro". Otro alguien me pregunta si no voy a contar ya con otro peludo compañero. Y algunos más, poco avisados, al verme sólo quieren saber en dónde he dejado a Mayo.
Hoy mismo una señora a la que no veía hace mucho, y que hace tres meses padeció con su perro lo mismo que nosotros, me ha interrogado con mucho tacto y dulzura: ¿No te pregunto por Mayo, verdad?
Y a todos contesto para luego seguir caminando, mientras se me ocurre que en cualquier momento el Mayete, esa sombra negra tan querida, va a regresar de la vuelta de la esquina y me va a mirar, otra vez, como siempre, con la solicitud de quien espera con paciencia a ese compinche despistado que fui yo.