Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

jueves, 27 de febrero de 2020

El huevo y la gallina

a veces preferimos creer en la locura o en la ruindad de una persona, de un hitler, de un videla, de un salazar, para conseguir acoger en nuestras entrañas las atrocidades de las que somos víctimas o testigos. otras veces pensamos que es la disposición del sistema social o político, autoritaria, militarizada, patriarcalizada, la que nos agrede de manera perversamente organizada.
en realidad ambas se complementan, un sistema pernicioso hace emerger de las simas de la tierra la ruindad de aquellas personas dispuestas a vivir indignas. no hay violencia sin agresor deshumanizado.

no hay mafia sin sicarios.


Dicen
Susana Sánchez Arins
De Conatus
Colección ¿Qué nos contamos hoy? 

domingo, 23 de febrero de 2020

Profundidad de campo

    Fotografía: Valentín Andrés.


Y hete aquí que miro la cámara a la luz de la linterna frontal. Manipulo el ISO, modifico la apertura, gradúo la distancia focal... Y cuando voy a comprobar la escena a través del objetivo, ellos, los cíclopes, salidos de la profundidad y de las tinieblas, me observan expectantes con su único y resplandeciente ojo. 

viernes, 21 de febrero de 2020

Los días del pasado


Al principio de la película "Los días del pasado" de Mario Camus aparece una cita que no recuerdo textualmente.Tampoco al autor de la misma. Pero viene a decir algo así como "quién contará los días del pasado".
En estos días ha parado en casa el escritor Alfons Cervera, que siempre ha tenido una especial querencia a esta película y nos pidió que le acompañáramos a los lugares en los que se rodó. Y a eso nos dedicamos nada más poner el pie en esta Cantabria de nuestros pecados.
Porque si alguien cuenta como nadie los días huidos, ése es él. Capaz de admirar las cosas pequeñas, los vestigios que no brillan con el poder ni con la prepotencia, las palabras sencillas que caen bien hondo como una piedra en el pozo donde se guardan los sedimentos más dignos y más preciados.
Y aquí está, en la escuela donde Marisol, quizá sin saberlo, vencía en la película, con las armas de la decencia, a la tristeza y a la tenaza de un país fascista empeñado en educarnos como a esclavos.
Seguro que en algún momento, más temprano que tarde, Alfons nos contará. Del mismo modo que nosotros contamos en nuestra alforja de los días hermosos con él. 
Que ya lo sabe.

martes, 11 de febrero de 2020

Poesía artificial

Mientras regreso a casa tras caminar 5 kilómetros escucho en la radio la entrevista a un traductor. Hablan de la dificultad de traducir poesía y añaden que es necesario un profundo conocimiento por parte del especialista de ambas lenguas, la de origen y la de destino. 
A continuación señalan los importantes avances que la tecnología ha realizado en materia de máquinas traductoras y luego un locutor de voz profunda, temperada y hermosa recita un poema que ha fabricado una de estas máquinas. Dicen que es un ejemplo de poesía artificial y habla de amaneceres y silencios, de tardes junto al fuego y de lluvia golpeando en los cristales...  O algo así.
Pero, en realidad no dice nada. Nada de nada.
Y me da por pensar en poetas y automatismos que, elevándose en vanidades, danzan todos los días a mi alrededor.  

jueves, 6 de febrero de 2020

Retrato de un mi abuelo


La imagen puede llamar a engaño. Supongo que solamente fue ciclista en los traslados entre faena y faena, cuando los automóviles eran una quimera para los pobres, pero en realidad fue carpintero. Siendo niño aún tuve oportunidad de contemplar sus herramientas. No sé qué habrá sido de ellas.
Nació en el Valle de Soba cuando al siglo XIX le quedaban unos pocos estertores. Allí debe quedar una piedra grabada en un camino con sus iniciales en letra barroca. Por lo que sé, luego se estableció en la ciudad de Cienfuegos y se casó con la abuela. De Cuba me mandaron hace años la partida de su boda. Ellos volvieron antes, como volvían muchos. Nunca construyeron una casona ni plantaron una palmera.
Yo lo conocí cuando ya era un anciano con su boina y su bigote blanco, siempre sentado en una sala oscura y los pies junto al brasero.
De él me queda ese recuerdo, su silencio y unos cuantos libros. 

martes, 4 de febrero de 2020

Cocinar un oso

"Puedo desaparecer en cualquier momento. Así es el caminante. Ahora estoy aquí y al instante siguiente allí. Me pongo de pie, agarro el morral y echo a andar. Sin más. Cuando eres pobre, puedes vivir así. Llevo encima todo lo que poseo. La ropa que cubre mi cuerpo, el cuchillo que cuelga del cinturón. El yesquero y el guksi, la cuchara de cuerno de reno, la bolsa con sal. Mis cosas apenas pesan. Soy ligero y de pies rápidos, antes de que me echen de menos ya me encuentro en otro valle. Sin dejar rastro. No más que el que deja un animal. La hierba y el musgo que piso vuelven a levantarse al poco tiempo, y cuando enciendo fuego me valgo de lugares que ya se han usado, para que mis cenizas se sobrepongan a las de otros y así se vuelvan invisibles. Hago de vientre en el bosque, levanto un terrón y después lo devuelvo a su sitio. El próximo caminante puede apoyar el pie justo encima sin advertir nada, solo el zorro es capaz de intuir un débil olor humano. En invierno mis esquíes abren pistas sobre el suave cielo de la nieve, avanzo volando a un par de palmos de la superficie y con la llegada de la primavera cualquier rastro de mis bastones se derrite y desaparece. El hombre puede vivir así, sin devastar ni dividir. Sin existir en realidad. Solo siendo como el bosque, como el follaje del verano y la hojarasca otoñal, como la nieve del invierno y los innumerables brotes que se abren con el sol primaveral. Y luego, cuando uno al final desaparece, es como si nunca hubiera pisado la tierra".


Mikael Niemi.
Cocinar un oso.
Seix Barral.    

domingo, 2 de febrero de 2020

Contrapunteando


Cuando alguien te invita, junto a otros colectivos, a participar en unas jornadas sobre cualquier tema, pero más aún sobre algo tan sensible como la memoria histórica, en la que, dadas las circunstancias del país, es más que necesario tejer redes y poner en común experiencias que permitan salir de la orfandad, no se puede cometer la desconsideración (o algo más) de dejarte fuera de las conversaciones que se suscitan después de las conferencias o las mesas redondas. Todo el mundo sabe que es ahí, en el tercer tiempo, que diría un aficionado al rugby, ya libres de la presión de lo formal, cuando es más fácil establecer vínculos en pos de un trabajo bien hecho.
El hecho de ser los invitados locales no es excusa, salvo que existan otras razones eminentemente oscuras. Tampoco es desatención del protocolo porque no te guste ser protocolario. Es otra cosa.
Y sobre todo, sobre todo, es muy, muy cutre.