Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

viernes, 27 de mayo de 2022

Unos versos de Szimborska para Sol, que cumple años


Fin y principio.


Después de cada guerra
alguien tiene que hacer la limpieza.
Un mínimo orden 
no se hará solo.

Alguien tiene que apartar los escombros
de los caminos
para que puedan pasar 
carros llenos de cadáveres.

Alguien tiene que hundirse 
en el fango y en la ceniza,
en los muelles de los sofás, 
en las esquirlas de vidrio
y en los trapos ensangrentados.

Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar la pared,
alguien debe poner cristales en las ventanas
y colocar la puerta en los goznes.

Es una labor nada fotogénica
y requiere años.
Las cámaras ya se han ido
a otra guerra.

Otra vez puentes,
de nuevo estaciones.
Las mangas se deshilacharán
a fuerza de arremangarse.

Alguien, escoba en mano,
recuerda aún como era todo.
Alguien escucha
y asiente con la cabeza que no le arrancaron.
Pero pronto, muy cerca,
empiezan a pulular
quienes lo encuentran aburrido.

Alguien todavía a veces
de debajo de una mata desentierra
argumentos oxidados
y los arroja al montón de desechos.

Quienes saben 
la trama de la historia
tienen que ceder
a quienes apenas la conocen.
Y menos que apenas.
E incluso casi nada.

En la hierba que ha crecido
sobre causas y efectos
alguien debe tumbarse
con una espiga entre los dientes
para contemplar las nubes.

                                 Wislawa Szymborska.
  

miércoles, 25 de mayo de 2022

Póstumas

 
He decidido abandonar esa manía
de hacerme fotos con gente,
aunque lo más probable
es que nunca me haga famoso
y  jamás sea admirado.
He decidido dejar de hacerme fotos con gente.
Es decir, en compañía de otros.
No vaya a ser que en una vuelta de tuerca
o en un giro inesperado
sea tan tonto de hacerme famoso,
y que cuando me muera, 
en un ataque oportunista,
salgan como setas desde debajo de la tierra
fotografías mías con fulanos y con menganos
a los que contagie sin proponérmelo
esta mi hermosura declinante.

                        MCH

 

martes, 24 de mayo de 2022

Sciascia


Una guerra civil no es estúpida como una guerra entre naciones: los italianos en guerra contra los ingleses o los alemanes contra los rusos y yo, un minero siciliano, mato al minero inglés y el campesino ruso dispara contra el campesino alemán; una guerra civil es algo más lógico: un hombre se pone a disparar por las personas y las cosas que ama, por las cosas que desea y contra las personas que odia.

Leonardo Sciascia.
El Antimonio.

jueves, 19 de mayo de 2022

La ventana



De repente la ventana se abre 
y dejamos de mirarnos a nosotros mismos 
aunque solo sea por un segundo.
Aunque solo sea por un segundo
se abre un pequeño horizonte,
una hendidura en nuestras cabezas de piedra. 
Un paisaje luminoso en el que no caben 
las estúpidas confrontaciones de todos los días
ni la mezquina y fatua consideración 
de que alguna vez fuimos 
los dueños de la tierra y del aire.
Y de repente la ventana se abre.

 

martes, 17 de mayo de 2022

Ser o no ser


La vida, que ya de por sí es una incógnita, te abre otras incógnitas a cada paso que das. Hice esta fotografía en Liébana la semana pasada y luego me fui a consultar la aplicación que me cuenta de qué podría yo empezar a conocer a ciertos individuos. El caso es que no me decido: esta maravilla podría ser una Iphiclides feisthamellii o bien una Iphiclides podalirius. O sea una mariposa chupaleches o una mariposa podalirios. Pero no me decido.

Para saber más me he ido al enlace siguiente, que añado por si alguien siente la misma curiosidad que yo: https://www.vozpopuli.com/.../ultravioleta-revela-nueva...

lunes, 16 de mayo de 2022

La Bajamar


Pero por la frontera, por más que decían, aparte del miedo, no entró nada ni nadie. En realidad, venían del sur y venían del mar y de pronto empezaron a venir de todas partes. Todos nosotros éramos como un solo enemigo. Con sus viejos, sus niños y sus mujeres también. Entonces pasó que un barco de guerra se instaló fuera de la bahía. Lo llamaban "el chulo del Cantábrico". Veíamos acercarse su silueta por la costa y empezaba a soltar cañonazos. Sin parar. Pasó varias veces que alguno daba la voz. Venía del oeste contra los puertos y los pueblos con sus cañones. A lo mejor soltaba cien cada vez que se ponía a disparar. Habían mandado ese barco a sembrar el pánico. Eso era una orden. Y sí lo hizo. Y claro que nos daba terror. Si el barco estaba cerca, los arrantzales se daban la vuelta y la gente se metía debajo del puente del tren o todos juntos dentro de los astilleros porque las paredes eran de metal y estaban ya lejos de la bocana. Las sirenas de alarma saltaban en cualquier momento del día y pitaban durante horas. Y entonces a correr. En el verano de 1936, no paró de dispararnos.

La Bajamar.
Aroa Moreno Durán.
Literatura Random House.



lunes, 9 de mayo de 2022

El suelo


Tal vez lo que se ha denominado suelo rústico era la última endeble barrera que existía contra la total especulación de la tierra y la construcción salvaje. Con la crisis inmobiliaria de 2008 se pudo comprobar  que el mundo del ladrillo tenía agotadas las perspectivas y las realidades. Sin embargo en esta "Cantagria" de nuestros pecados, los de siempre, los de las ideas "luminosas" (por no utilizar el término aluminosis),  han dado una vuelta de tuerca, con la colaboración de todo el arco parlamentario, para ejecutar una venta en retales de la tierra agraria de Cantabria, con la intención de armar viviendas unifamiliares, a troche y moche a poder ser.
El objetivo real parece claro. Contentar a la red clientelar que cada uno de estos partidos políticos, tanto el regionalista como el socialista o el popular,  han ido cultivando a lo largo de los años, sobre todo en el mundo rural (ese que se enajena cuando le hablan del lobo). Y así de paso se van deshaciendo de algunas parcelitas que les sobran (porque ya la agricultura ni fu ni fa) y que, mira tú por donde, gracias a esa gente que ama tanto, tantísimo, a Cantabria, le van a sacar pingües beneficios al asunto a costa de madrileños, bilbaínos y pucelanos. Los vendedores contentos, y cuanto más contentos mejor pagan la "contentura" en votos, que también son pasta para el bolsón.
No obstante, de toda esta mierda de la Ley del Suelo, lo que más jode es que argumenten esos lumbreras con boina y pantalón pitillo que legislan para combatir la despoblación de las zonas rurales, cuando es algo que les ha importado un comino desde hace siglos y así estamos.
No, señores. Para combatir la despoblación de las aldeas se crea trabajo, se instalan repetidores para unas buenas telecomunicaciones, se mantienen sucursales bancarias y cajeros, se procuran instalaciones para la atención de los ancianos, se mantienen los servicios de atención médica, se potencia el transporte público y se rehabilitan las casas que ya están construidas y, a veces por culpa de la desidia general, en condiciones precarias.
Pero claro, todo eso exige dinero público, impuestos, inteligencia y visión comunitaria de futuro. Y no el dinero fácil que se persigue con ocurrencias de tres al cuarto. Tanto decir que defienden Cantabria cuando en realidad lo que hacen es comerciar con ella como vendedores expulsados del templo. Vergüenza les debería dar.

domingo, 8 de mayo de 2022

Duendes alados










 Atrapar mariposas en el aire. 
Juego infinito de bailarinas alrededor de ti.
 Duendes alados, versos suspendidos.



viernes, 6 de mayo de 2022

Volver a los diecisiete


 Volver a los diecisiete después de vivir un siglo.

jueves, 5 de mayo de 2022

Alcarrâs


No se la pierdan. 
Donde la encuentren vayan a verla. Una película natural, cotidiana y tremenda. 
Dulce como un melocotón y terriblemente desoladora.

martes, 3 de mayo de 2022

Salaria Kea y John O'Reilly


Cuenta Langston Hughes en sus crónicas sobre España que Salaria Kea y John O'Reilly se casaron el 2 de octubre de 1937 en un hospital de campaña instalado en Villa Paz, dentro de la localidad de Saelices, en la provincia de Cuenca. Ella había llegado desde Harlem como enfermera voluntaria a las Brigadas Internacionales y él, originario del condado de Tipperary en Irlanda, estaba en España desde 1936, inicialmente en un batallón de nombre "La Marsellesa" y posteriormente en el servicio de ambulancias.
Ambos sobrevivieron a la guerra. Salaria volvió a Estados Unidos y John, tras conseguir un visado del gobierno norteamericano, pudo reunirse con su esposa tiempo después.
John participó en la II Guerra Mundial en las filas del ejército de Estados Unidos y a su finalización convivió con su esposa hasta su fallecimiento, el 31 de diciembre de 1986. Salaria Kea murió el 18 de mayo de 1990. Durante su vida matrimonial se vieron obligados a hacer frente a ataques racistas y a los problemas derivados de la caza de brujas del senador McCarthy debido al pasado izquierdista de ambos.