Mi amiga Ana consiguió hace unos días tomar esta fotografía tan hermosa que habla de lo sobrecogedor que llega a ser un paisaje. Las montañas más emblemáticas del Parque Nacional de las Torres del Paine se alzan al fondo y también en el reflejo de la laguna. En la orilla opuesta pastan ajenos a nuestra presencia los flamencos chilenos con sus flancos rosáceos atrayendo la mirada envidiosa del observador. Y mientras tanto, nosotros, lejos ya de ese sur austral, como si hubiéramos perdido definitivamente, entre nubes, la puerta de Brigadoon, seguimos conteniendo la respiración ante la belleza del mundo.
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