Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 25 de junio de 2022

Malheridos













Si ustedes viven en Madrid o, mejor, si pasan por allí camino de algún otro lugar, aún tienen la oportunidad de acercarse a ver una pequeña gran exposición en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense en la Calle Noviciado. Se llama "Malheridos. Las huellas del paso del tiempo en los libros".
Comprobarán lo curiosas que pueden llegar a ser las andaduras de los libros y como, no solo el paso del tiempo sino también las vicisitudes trágicas o cómicas del ser humano pueden dejar su impronta en un objeto tan valioso y, a la vez hoy en día, tan cotidiano.
Manuel Mújica Laínez en algunas de sus novelas, como por ejemplo "La casa" o "El escarabajo", mostraba los estragos del tiempo y de la Historia a través de los diferentes habitantes de una vivienda en Buenos Aires o de los poseedores de una joya egipcia perteneciente a la mujer de un faraón. De ese mismo modo, aunque quizá deteniendo el crono, se nos muestran las libros en esta exposición.
Verán atravesada en ellos nuestra última guerra, tan incivil, y también el trabajo en pos del deterioro de la naturaleza, los intentos de las censuras por tapar la verdad o los deseos del anónimo lector por disfrutar de la posteridad. 
Y también comprobarán en una magnífica fotografía que la noche de los cristales rotos no solamente sucedió en Alemania, sino también, y no hace tanto, bien cerca de donde ustedes se encontrarán en ese momento, en el propio patio de la universidad.
No se la pierdan.  
¡Ah! Y no dejen de leer, si el tiempo se lo permite, la carta que un miliciano anarquista, destacado en la Ciudad Universitaria durante la guerra, escribió a su familia en las guardas de un libro y que nunca envió. 

martes, 21 de junio de 2022

Chernóbil

      Fotografía: Timm Suess. 

Estoy terminando el libro titulado "Voces de Chernóbil", de la Premio Nobel Svetlana Alexievich, y me ha parecido escalofriante. Nunca imaginé cuanta tristeza y cuanta destrucción hubo y hay detrás de una noticia como la del desastre de la central nuclear soviética.
Del libro podría escoger una gran cantidad de historias que me han impactado (en una entrada anterior ya incluí otra), pero la que aparece a continuación, por breve, por sencilla, pero también por lo que conlleva de dramatismo (incluso poético, si lo quieren) y amargura, para mí, se lleva la palma. Lo cuenta un niño, o una niña, que entonces tuvo que abandonar su hogar.

"En casa nos dejamos... Dejamos encerrado a mi hámster. Era todo blanco. Le dejamos comida para dos días. Y nos marchamos para siempre".    
 

miércoles, 15 de junio de 2022

Alma

Ayer por la mañana subimos al Coriscao, frente a los Picos de Europa, para cumplir con un deseo último y tal vez, sin querer o sin ser muy conscientes, nos convertimos por un rato en una sociedad de almas o quien sabe si en una bandada de estorninos imaginarios, o en un archipiélago con pasarelas.




Tal vez lo más parecido al alma
sean esas volutas, casi intangibles,
que se enredan en el aire,
espirales de la memoria con vocación,
apenas imaginada, como bando de estorninos. 

Tal vez lo más parecido al alma seamos nosotros
con nuestra tristeza a cuestas,
con nuestras soledades
como archipiélagos
escuchando las partituras del silencio. 

Tal vez lo más parecido al alma
sea la ceniza que se deposita quedamente y sin  peso
sobre las briznas de hierba, los pétalos de las flores,
los élitros de los insectos
y el recuerdo  de lo que éramos.

lunes, 13 de junio de 2022

Voces de Chernóbil


En la tierra de Chernóbil uno siente lástima del hombre. Pero más pena dan los animales. Y no he dicho una cosa por otra. Ahora lo aclaro...¿Qué es lo que quedaba en la zona muerta cuando se marchaban los hombres? Las viejas tumbas y las fosas biológicas, los así llamados "cementerios para animales". El hombre solo se salvaba a sí mismo, traicionando al resto de los seres vivos.
Después de que la población abandonara el lugar, en las aldeas entraban unidades de soldados o de cazadores que mataban a tiros a todos los animales. Y los perros acudían al reclamo de las voces humanas..., también los gatos. Y los caballos no podían entender nada. Cuando ni ellos, ni las fieras ni las aves eran culpables de nada, y morían en silencio, que es algo aún más pavoroso.
Hubo un tiempo en que los indios de México e incluso los hombres de la Rusia precristiana pedían perdón a los animales y a las aves que debían sacrificar para alimentarse. Y en el antiguo Egipto, el animal tenía derecho a quejarse del hombre. En uno de los papiros conservados en una pirámide se puede leer: "No se ha encontrado queja alguna del toro contra N". Antes de partir hacia el reino de los muertos, los egipcios leían una oración que decía: "No he ofendido a animal alguno. Y no lo he privado ni de grano ni de hierba".
¿Qué nos ha dado la experiencia de Chernóbil?¿Ha dirigido nuestra mirada hacia el misterioso y callado mundo de los "otros"? 

Voces de Chernóbil.
Svetlana Alexievich. Crónica del futuro.
Debolsillo.

sábado, 4 de junio de 2022

Transición para Desmemoriados

Un poema de circunstancias y un romance que no es romance, deudor de algunos cantautores y de la buena gente de un país siempre en riesgo de letargo, preparado para la Asociación Desmemoriados en la presentación de su Anuario 2021 (03-06-2022) 



Éramos el toro en el ruedo de los picadores,
éramos la pulga en el país de los enanos,
éramos los versos que se bregan con las manos,
éramos los muertos en tierra de enterradores. 

Contábamos por décadas el tiempo de derrota,
la testuz contra el dique con dolor y con aguante,
llamábamos resistencia al silencio resultante.
Éramos, golpeando contra el muro, la pelota.
 
La vida era un libro triste y gris escrito en prosa
y los triunfos, poesía en peligro de extinción.
Ellos eran los mercaderes, nosotros  la canción,
la costra amarga, el verso libre y del jardín las rosas.

Ellos, los grilletes, la guadaña y la pistola,
la carne podre colgando del confesionario,
los turbios y vengativos guardianes del osario.
Un credo, una raza, una patria sombría y sola. 

Para ellos era la nación, para ellos la bandera,
para nosotros las sábanas de la madrugada,
el ronzal de los sometidos, la voz ahogada
de aquellos que aman como patria a la Tierra entera. 

Nos dolía la España que se levanta temprano,
penábamos con el país de Allende y Víctor Jara.
Sobre los adoquines de Lisboa, cara a cara,
fuimos claveles en los fusiles lusitanos. 

Fuimos los mineros de La Huelgona haciendo historia,
fuimos en la Calle Atocha un fúnebre atardecer,
fuimos nada más y nada menos lo que hay que hacer,
fuimos también el dolor por los muertos de Vitoria.
 
Y en las manifestaciones fuimos los estudiantes
que volaban inocentes como golondrinas
cuando disparaban al aire los policías.
Ruines son los que apuntan y ruines sus gobernantes. 

Decidme qué fue de los anhelos de Yolanda,
adónde la truncada palabra de Javier Verdejo.
El retorno de los tres de Almería quedó lejos
y no pueden volver atrás porque la muerte manda. 

Y tras palmar el dictador, adivina adivinanza,
adivinen ustedes la letra del contrato,
todo camisa vieja, no pasen un mal rato,
trocó en demócrata hasta donde la vista alcanza. 

Fieles procuradores del tercio familiar,
rancios jefes provinciales del movimiento,
falangistas de toda condición y sentimiento,
caballeros mutilados, tres obispos, un seglar
 
y de la OJE un doncel aspirante a “la madera”.
Todos se afiliaron a partido o coalición,
todos abrazaron la nueva fe y triunfó la sucesión.
Y hubo aquí monarquía cantando por peteneras. 

Que no lo digo yo, que nos lo entonaban en la oreja
los profes de formación del espíritu nacional,
que por esos avatares de la cosa material
cambiaron su fervor de la pechuga a la molleja.

Y llegaron del exilio, con la frente marchita,
aquellos que nunca pudieron olvidar su tierra
como quienes con ello una deuda de amor cierran,
como novios tardíos, pero fieles a la cita.    

Salieron de la cárcel más de mil y un obreros,
y abandonaron la oscuridad los clandestinos
y aunque no vio la luz el nombre de los asesinos
al menos brotaron los topos de los agujeros.
 
Parecía que se extendían los horizontes,
que las velas de un futuro nuevo desplegaban,
parecía aquello la “movida” que avanzaba
sin saber que no todo es orégano en el monte.
       
Y algunos se creyeron listos, guapos y modernos,
sostenían que era viejo el cantautor y su guitarra
y poco a poco iban subiéndose a la parra
mientras los demás bajaban raudos a otro infierno:

A la reconversión, al paro y a la pobreza,
a contar las “pelas” para llegar a fin de mes.
Y si a eso, compañeros, no le llamamos estrés,
que venga Europa o que venga Dios y lo vea.
 
Y para más disparate un día llegó un gil
con bigote, pistola y tricornio de opereta
que quiso darnos un “españazo” en toda la jeta.
Y decían que aquel engendro era un guardia civil.

Desde entonces, y en la pelea, aquí seguimos.
Más canas, más abuelos, más memoria a las espaldas,
con más riesgo de volver cada día a las andadas
y de seguir diciendo al viento lo que decimos.

Y decimos que no todo fue como destella
ni como lo contaba la Prego en la pantalla.
Y si en algo nos hemos pasado de la raya,
aquí, para ustedes, la crónica se firma y se sella.

Que ya termina la historia por el momento,
pero  no se crean que lo relatado es incierto:
Pues la Transición no fue un paso, que serán ciento,
aunque dejemos para más tarde el final de este cuento.

   

                                   Desmemoriados

viernes, 3 de junio de 2022

El extraño caso del eider que se quedó


La naturaleza, que duda cabe, tiene sus misterios irresolubles, incluso para aquellos que disfrutan de ella y se mantienen atentos a sus mudanzas. El eider común es un ave migrante, que se instala en estas latitudes temporalmente cuando los fríos de sus lugares de origen amenazan su supervivencia. Sin embargo, el de la fotografía lleva albergado en las marismas de Santoña prácticamente seis o siete años sin que parezca que tenga interés alguno en emprender el regreso con sus semejantes, cuando el reloj biológico de estos les apura para volver al norte. Así que ahí sigue, solitario y presumiblemente feliz con su decisión de abandonar esa ardua y fatigosa carrera de vagamundos. 

miércoles, 1 de junio de 2022

La llamada de España


La literatura y la ideología son incómodas compañeras, y la calcificación de ésta en propaganda es mortal. Creo que los libros más importantes de la guerra son los que permiten al lector, o mejor dicho, tal vez, que lo obligan, mediante la identificación con el personaje de una novela o la voz de un poeta, a suprimir temporalmente sus convicciones ideológicas y políticas. El romántico inglés Samuel Taylor Coleridge habló de la "suspensión voluntaria de la incredulidad" ante "las sombras de la imaginación" como algo necesario para disfrutar de la literatura. Quizá las grandes obras de la guerra civil conduzcan a una especie de involuntaria suspensión de la ideología, haciendo que el lector simpatice no sólo emocional sino también (y en consecuencia) intelectualmente con el comunista Manuel de La esperanza, pero a la vez con el anarquista Negus, y al mismo tiempo con los milicianos del POUM en Homenaje a Cataluña; con Robert Jordan en Por quién doblan las campanas, pero también con el piadoso requeté a quien mata el teniente Berrendo que avanza hacia la muerte en el último párrafo de la novela; con la ilusión de Sommerfield, Aguilera-Malta, Langston Hughes y el "Spain" de Auden, pero igualmente con el desencanto de Dos Passos y Simone Weil; con el comunismo fundacional de Vallejo, Neruda, Bessie y Torriente Brau pero también con el anticomunismo, aprendido a golpes en España, de  Spender, Slater, Orwell y Koestler; y con la celebración de la gesta inigualable del Congreso de Escritores Antifascistas pero también con las críticas a su sectarismo. En esta multiplicidad apasionada de voces y perspectivas, y en la esperanza y la tragedia que la estremecen, estriba, sin duda, la riqueza de las obras de los que oyeron la llamada de España y se empeñaron -escribiendo, marchando, recitando y luchando- en responderla.

Niall Binns.
La llamada de España. Escritores extranjeros en la Guerra Civil.
Montesinos. Ensayo.