Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

viernes, 28 de octubre de 2022

Avenida de las Sabinas





Andar entre la madera vetusta
y la intangible poesía 
de las sabinas.
Banderas de un reino difunto
que penden de sus ramas.
Deambular entre el crepúsculo y el rocío.
Contemplar, ensimismado, 
el paso discreto de las aves
de la luz a la soledad,
de la soledad a la membranza.

 

miércoles, 26 de octubre de 2022

El poema más hermoso del mundo

Frente a la Acrópolis de Atenas se levanta un pequeño cerro que llaman Colina de Filopapo o de las Musas. La vista desde allí es espléndida, pero aún lo es más que las mencionadas musas se transfiguren en mosquiteros y macaones bailando alrededor de tus ojos. Tal vez, por fin, con su ayuda, termine por escribir algún día, remedando a los buenos deseos de la canción del Sabina, el poema más hermoso del mundo. O no. 

lunes, 24 de octubre de 2022

El mundo es redondo


Hace unas horas, en Calatañazor, José Gabriel camina, solitario, por los adarves, tal vez vigilando la plaza, tal vez meditando cómo "desfacer" algún entuerto armado con su cámara; que una imagen, dicen, a veces es como una espada y vale más que mil palabras y así cura injusticias o escribe poesía, según sea de oportuna la conciencia y el tesón del caballero. Y también nos grita que el mundo puede ser ancho y ajeno, pero también es redondo y nuestro. La aviesa dualidad.

miércoles, 19 de octubre de 2022

Gente leyendo

                  Playa en la región de Ática cerca de Maratón. Grecia.
 

Guarnecidos y guarecidos, pertrechados con armas que únicamente matan el tiempo y a algún insecto molesto tras un consistente papirotazo, aguardan en la playa en las inmediaciones de Maratón como atenienses o tebanos. No temen al día.
Cuando quieran pueden desembarcar los persas.

martes, 18 de octubre de 2022

Un viento ábrego cruza el barrio de Kerameikos



He de reconocer que me hacía mucha ilusión. Y aún no sé muy bien por qué. Tal vez porque soy un poco sentimental o porque es de gente decente alegrarse del buen hacer de los amigos. O también porque, siendo lego y profano, me parecía cosa de magia que una obra de teatro, un monólogo complejo y denso como es el de la obra "Cientos de pájaros te impiden andar" pudiera ser captado, y sobre todo sentido, por espectadores que hablan otro idioma, aunque sea cierto que el griego haya aportado al castellano mucho más vocabulario del que nos paramos a pensar. La verdad es que ya hace más de una quincena de días (parece mentira que haya pasado este tiempo) fuimos inusualmente testigos de una, la última de momento, de las puestas en escena de la Compañía de teatro Ábrego en el extranjero.
En el barrio de Kerameikos, a una parada de metro del céntrico Monastiraki, en Atenas se desplegaron los ecos lorquianos de "Bodas de sangre", en versión corregida y aumentada de Ábrego, ante un público atento, atónito y entregado a la interpretación soberbia de María. 
Qué importa que el idioma sea ajeno para estos griegos si la actriz que pone voz, cuerpo y alma al drama más viejo del mundo les está interpelando en el lenguaje universal del teatro.
Que importa que lo que sucede en el escenario se remonte a un pequeño rincón del sur de España si en Grecia, cuna por otra parte de las artes escénicas y de unas cuantas masacres, también saben demasiado a lo largo de su Historia de sangres derramadas y de violencias.
Al final, la oleada de aplausos y la emoción, por fin liberada, fueron la necesaria catarsis (otra palabra griega) para todos los que allí estuvimos.
Y después, en la noche, de regreso al centro de Atenas, caminando los cuatro por calles oscuras, con la Acrópolis al fondo como faro que guía a todos los teatreros del mundo y a sus ocasionales acompañantes, le escucho decir a Pati, como en un imperceptible lamento, que Ábrego ha tenido por el mundo muchos éxitos como el de hoy de los que nadie sabe.
Pero esta vez sí que hubo quien diera fe.
Al día siguiente emprendimos viaje a Ítaca. Y la ciudad nos siguió.

   

lunes, 17 de octubre de 2022

Kalliroi Siganou-Parren


Desde el alto donde acaban las casas del pueblo, Calírroe Parren contempla el mar azul y las costas cercanas de Dokos y del Peloponeso (...) Hace unos meses, mientras Venizelos recorría Francia e Inglaterra tratando de recabar de la Entente créditos para armamento y promesas territoriales en caso de victoria aliada, Calírroe escribió en su periódico que solo las mujeres, haciendo oír su voz en los parlamentos de los poderosos con las manos limpias de sangre, podrán garantizar la supervivencia de la humanidad el día que termine la Gran Guerra. Ahora su periódico ha dejado de editarse. (...)
Con una sonrisa y un enigmático suspiro, recuerda ahora también su disputa en la prensa con Roídis. El literato sostenía que las mujeres que se empeñan en escribir deben moverse dentro de los límites que impone su condición femenina, pues de lo contrario, al entrar en  el terreno de los hombres, hacen aún más patentes los defectos de su género y resultan estrepitosamente ridículas. Citando a Proudhon, Roídis se atrevía incluso a defender que las dos únicas profesiones propias de la mujer son la de sus labores y la de ramera. Hubo que decirle que desconocía por completo a las mujeres; y explicarle también que las incorrecciones gramaticales que las griegas cometen cuando escriben son la patética consecuencia de que tengan prohibido el acceso a las instituciones de enseñanza superior.
Calírroe está cansada de defender lo obvio y aún se pregunta con asombro cómo es posible que una mentalidad cimentada sobre la estupidez, el egoísmo y la injusticia haya logrado perpetuarse durante tantos siglos. (...)
Ahora Calírroe Parren se pasea por Hidra bajo el sol de invierno para llenar sus días de exilio. El gobierno de Venizelos la ha confinado aquí para acallar una voz de mujer que se pronuncia por la neutralidad en esta guerra infame. Han cerrado su periódico y la han mandado a este lugar para apartarla de una vez de la opinión política. (...)
Calírroe Parren está exilada en Hidra, tiene cincuenta y siete años y se pregunta cuántos han de pasar aún para que llegue el día del sentido común.

Hidra, 1918.
Historia menor de Grecia.
Pedro Olalla.
Acantilado. 

 

sábado, 15 de octubre de 2022

Piedras de Ítaca


A menudo recojo piedras
que luego voy guardando en los bolsillos o en la mochila;
piedras para no marcharme, aunque me marche, 
de los lugares que he amado
 o que me han amado
 durante unos instantes; 
piedras que atan mi memoria para ser dichoso
como se atan los recuerdos apacibles
con un nudo entre los dedos.