Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

domingo, 29 de julio de 2018

Unicornios

Montañas Simien. Etiopía.


Hay quien piensa que se trata de un ser mitológico, que en realidad no existe más allá de nuestra imaginación. Algo así como un amigo invisible que empleamos cual comodín en algunos de esos viajes raros que frecuentamos; pero lo cierto es que, tras comprobar su compulsiva afición al arroz en todas las variantes posibles o la inexplicable tendencia a fusilar fotográficamente y en ráfaga a toda ave que se cruce en su camino, hemos de constatar que él es de verdad. Por las noches nos lo advierten sus ronquidos leoninos y por el día su caminar pausado y de buena gente, atento a trinos y gorgoritos de todo tipo de pájaros, pajaritos y pajarracos.
Y el caso es que ya va para muchos años que confluimos en esa afición tan nuestra de recorrer trochas, caminos y senderos de todos los lugares que en este mundo son. Y cuando va acabando un viaje, nuestras mentes al unísono van pensando en atravesar nuevas fronteras, aunque se pierdan en la niebla y a veces, dentro de ella, veamos unicornios.
 

Aves de Etiopía





sábado, 7 de julio de 2018

El infierno es un lugar sin pájaros



El humilde gorrión pajarea entre las hojas del naranjo
mientras a su vera vaga un mosquitero entre mosquitos
a los que el tiempo y la experiencia aún no les advirtió
de que son, precisamente, el plato de la cena.
Una banda de estorninos se reúne en el cable
poco antes de pintar sobre el aire la más hermosa nube
que los siglos y los mortales jamás vieron; y en lo alto
merodea la sombra vigilante del milano negro,
alas extendidas que aprovechan la tregua de los cierzos.
Carboneros, reyezuelos, verderones, abubillas,
colirrojos, currucas, buitrones y zarceros
acompañan con ausencia la memoria del abuelo,
un viejo huyendo, casi adolescente, por el monte
en los tiempos azarosos de la guerra.
Un colorín le silba en el oído que el infierno entonces
no era otra cosa que un cielo pálido y sin ellos.


                                                                     MCH

África, a la sombra de un árbol

"Estando en África, el europeo no ve más que una parte de ella: por lo general, ve tan sólo su capa exterior, que a menudo no es la más interesante, ni tampoco reviste mayor importancia. Su mirada se desliza por la superficie, sin penetrar en el interior, como si no creyese que detrás de cada cosa pudiera esconderse un misterio, misterio que, a un tiempo, se hallara encerrado en ella. Pero la cultura europea no nos ha preparado para semejantes viajes hacia el interior, hacia las fuentes de otros mundos y de otras culturas. El drama de éstas -incluida la europea- consistió, en el pasado, en el hecho de que sus primeros contactos recíprocos pertenecieron a una esfera dominada, las más de las veces, por hombres de la más baja estofa: ladrones, sicarios, pendencieros, delincuentes, traficantes de esclavos, etc. También se dieron casos -pocos- de otra clase de personas: misioneros honestos, viajeros e investigadores apasionados, pero el tono, el estándard y el clima los creó y dictó, durante siglos, la internacional de la chusma rapiñadora. Es evidente que a ésta no se le pasó por la cabeza el intentar conocer otras culturas, respetarlas, buscar un lenguaje común. En su mayoría se trataba de torpes e ignorantes mercenarios, sin modales ni sensibilidad alguna y a menudo analfabetos. No les interesaba sino conquistar, saquear y masacrar. De resultas de tales experiencias, las culturas -en lugar de conocerse mutuamente, acercarse y compenetrarse- se fueron haciendo hostiles las unas frente a las otras o, en el mejor de los casos, indiferentes. Sus respectivos representantes -excepto los mencionados truhanes- guardaban prudentes distancias, se evitaban, se tenían miedo. La monopolización de los contactos interculturales por una clase compuesta de brutos ignorantes decidió y selló el mal estado de sus relaciones recíprocas. Las relaciones interpersonales habían empezado a fijarse de acuerdo con el criterio más primitivo: el color de la piel. El racismo se convirtió en una ideología según la cual los hombres definían su lugar en el orden del mundo".   

Ryszard Kapuscinski
Ébano.
Anagrama.
 

miércoles, 4 de julio de 2018

Las dos tumbas de Victor Jara


Hace bastantes años, en una callejuela de León, me quedé asombrado con un pequeño graffiti escrito en la pared que decía textualmente: "Capitalismo: Sistema económico que le hace la manicura a Mick Jagger mientras le corta las manos a Victor Jara". No quisiera yo llegar tan lejos, pese a la antipatía visceral que siempre me ha producido el cantante de los Rolling Stones, porque aún me acuerdo del estremecimiento que le recorrió a un amigo, aficionado a la banda inglesa, cuando se lo conté; pero hoy me entero de la condena de cárcel que un tribunal chileno ha dictado sobre una caterva de ex militares que estuvieron implicados en la muerte salvaje del autor de Te recuerdo Amanda y el estremecimiento, de satisfacción en mi caso, lo sufro yo.
He viajado a Chile en dos ocasiones y en las dos me he acercado al Cementerio General de Santiago. La segunda vez, el cadáver de Victor Jara había sido trasladado unos cuantos metros a una tumba más aparente. Sin embargo siempre me acordaré de la primera vez, el humilde nicho pintado de rojo, junto a las tumbas de otros muertos en las infaustas fechas de septiembre del 73, y todo alrededor repleto de carteles y de ofrendas frente a un campo desastrado de cruces sin nombre.
Y me da por pensar...
 

lunes, 2 de julio de 2018

Rapaz



Rapaz

Tras la ventana, anocheciendo,
una pareja de mochuelos
ronda los prados en busca de sustento.
Y el mundo que respira bajo la sombra rapaz,
en lo más profundo de la hierba,
se transforma en un minúsculo caos
de vidas amenazadas.
A cada aleteo, tan ligero como el aire,
le responde, acobardado, el silencio.
A cada silencio, el sigilo.
Y así, quedamente, como disimulándose
en la oscuridad,
todo se va quedando quieto.

                                MCH