Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

miércoles, 15 de mayo de 2024

La pura casualidad


La vida es la más de las veces un organismo complejo regido por la casualidad. Continuamente se disfraza de tiempo, el que ganas, el que pierdes, donde te demoras, donde te encuentras. Tu casualidad y tu tiempo se entremezclan en una sopa mágica en la que también nadan las circunstancias de otros, sus decisiones, sus incertidumbres, tan parecidas a las tuyas, afectando terriblemente a sus casualidades y sus tiempos.
Un encuentro fortuito se produce o no se produce dependiendo de si te has equivocado de camino, de si te has levantado tarde o demasiado pronto, de si optas por pedirte un segundo café en lugar de conformarte con el primero. Esos minutos de más o de menos marcan sin saberlo un devenir irresoluble. No hay vuelta atrás, lo que pudo haber pasado no ocurrirá. Y a cambio sucederá algo distinto. Unas veces coincides con el amor y otras tropiezas de frente con el rostro impuro de la maldad.

martes, 14 de mayo de 2024

Aves de Chile: Pato Juarjual


Pato Juarjual en Chile o Pato Crestón en Argentina por la pequeña cresta que adorna su cabeza y que a veces es difícil de ver, el Ánade Juarjual es bastante común en la zona patagónica. La fotografía fue tomada en la bahía de Puerto Natales (Chile).

domingo, 12 de mayo de 2024

El fin de la historia


Algunas mujeres eran reacias a acatar las órdenes de su marido. A veces la línea entre ejercer el control y perderlo era muy difusa, como la que existe entre el amor y el dominio. Eso podía provocar grandes discusiones de puertas adentro que acababan en una rotura de muñeca o una nariz sangrando, mientras unos niños observaban la escena llorando y acurrucados en un rincón donde nadie los veía y al otro día lo contaban con todo lujo de detalles a sus amigos en el colegio. El incidente llegaba a oídos de los profesores y a veces se involucraba el Partido. Si la situación empeoraba, se organizaba una reunión en el lugar de trabajo o en el consejo local. Los camaradas intervenían para condenar un comportamiento cuya raíz achacaban a los defectos de la naturaleza humana, a las costumbres de la comunidad o al legado de la religión. El socialismo había logrado quitarles el velo a las mujeres, pero no el que cubría la mente de los hombres. Había conseguido arrancar las cadenas con cruces que colgaban sobre el pecho de las esposas, pero no las cadenas que constreñían los cerebros de sus maridos.   

Lea Ypi
Libre. El desafío de crecer en el fin de la historia.
Traducción de Cecilia Ceriani.
Anagrama.

miércoles, 8 de mayo de 2024

Cumpleaños


Vamos a mirarnos de frente
como si un espejo me devolviera tu imagen,
como si los años fueran la hoguera
 en la que se quema el tiempo,
como si el rescoldo ardiente 
fuera la edad que ya no tengo
y lo vivido, el rastro en la memoria
de ese yo desconocido. 

                               MCH

 

viernes, 3 de mayo de 2024

Las Inviernas


Lo que más les gusta que les cuenten es lo que las Inviernas ya no quieren recordar. Pero allí sentadas, el camisón subido hasta los muslos, se ven obligadas a hacerlo: una tarde de verano de 1936, cuando volvían de recoger genciana y manzanilla del bosque, corrieron a la cocina con la confianza de encontrar allí al abuelo, con quien vivían desde que eran huérfanas, sentado junto al fuego de la lareira: pero don Reinaldo no estaba. Sólo estaba la pota en la que solía cocer las hierbas para hacer las tisanas, el líquido derramado por el suelo. Las niñas no comprendieron nada, y unos días más tarde regresó el abuelo, flaco y demacrado, gritándoles que tenían que huir.
Metieron lo que pudieron en unos morrales y huyeron a través de la fraga. Durante tres días durmieron bajo los árboles, comieron moras y chuparon las raíces de los árboles. Pero no fueron muy lejos porque una pensaba en los lobos y la otra en los gatipedros. Volvieron a casa. El abuelo aún estaba allí pero al cabo de unos pocos días vinieron a por él. Delante de ellas, lo desnudaron, lo insultaron y se rieron de él haciéndole correr de un lado a otro para esquivar las pedradas. Cuando cayó inconsciente lo ataron de manos a la cola de un caballo y lo llevaron a rastras hasta el paraje donde fue fusilado.   
Entonces alguien, tal vez fuera una mujer de una aldea vecina, las metió en un autobús y las acompañó hasta el puerto de Bilbao; les entregó unas maletas de cartón. "Adiós", les dijo, y se dio la vuelta. Las niñas apenas la conocían, pero la visión de aquella mujer gruesa dándoles la espalda, desfilando por el muelle a grandes zancadas, sin volverse ni una sola vez para mirarlas, todavía las persigue.
Junto con otros muchos niños, casi todos vascos, zarparon en el buque La Habana. Nunca habían visto el mar, lo vieron por primera vez desde aquel barco. Las niñas estaban convencidas de que las llevaban a Cuba para coger esas monedas de oro que crecían de los árboles como racimos de uvas.
Pero tras cuarenta y ocho horas de viaje, entre mocosos que lloraban y vomitaban, llegaron al puerto de Southampton. Había banderitas por todas partes y no hacía calor. El día antes había tenido lugar la coronación de Eduardo VIII de Inglaterra, pero ellas quisieron  pensar que las banderitas las habían puesto para celebrar su llegada a La Habana. Cada niño llevaba únicamente dos mudas de ropa y un cartón con sus datos personales. Un señor las recogió y las llevó a un campamento. Aquello no era como lo que contaban en la lareira. Llovía, hacía frío, y no había loros parlanchines ni mulatas. Tampoco había oro colgando de los árboles. El señor que las recogió les aclaró con una media sonrisa que no estaban en Cuba sino en Eastleigh.
En ese campamento estuvieron varios meses. Cantaban, bailaban y eran educadas en la lengua inglesa. Nunca las trataron mal. Tampoco exactamente bien. Cuando terminó el verano, las separaron y las pusieron a trabajar.

Cristina Sánchez-Andrade.
Las Inviernas.
Anagrama. 

miércoles, 1 de mayo de 2024

Ellas ilustran









En un reciente viaje a Madrid tuve la oportunidad de disfrutar de una exposición titulada "Ellas Ilustran" en el Jardín Botánico. Estaba dedicada a las mujeres que durante siglos han materializado las brillantes imágenes que aparecen en muchas publicaciones científicas del pasado y del presente. Justo es que, de alguna manera, se dé valor a estas artistas y a su labor oscura y demasiado poco reconocida. Como curiosidad, descubro que una de esas mujeres es la abuela del poeta Antonio Machado, Cipriana Álvarez de Durán de Machado (1827-1904).