Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

sábado, 27 de mayo de 2023

Rubicón

 
Aquella fotografía con George Brassens, Léo Ferré y Jacques Brel,
el saxo doliente de Coltrane fluyendo en los oídos,
la tricolor sangrando Gernikas, Salvador Allende mirándonos de frente,
esa dama a punto de iniciar un baile mientras abre los brazos
imaginando una corola, la flor de un pensamiento,
y nosotros, en sueños pretéritos, derramando versos
como quien cruza, también hoy, el Rubicón de nuestras vidas.

                                                           MCH

La primera montaña

Anoche, a punto de rozar una bendita jornada de reflexión, nos fuimos a ver Las ocho montañas y no voy a entrar en la eterna controversia entre la literatura y sus adaptaciones al cine. Es baldío y además disfruté tanto de las imágenes y de mis propios recuerdos que no tengo ninguna intención de contaminarlos.
Primer recuerdo: En la época en la que transcurre la primera parte de la historia yo también empezaba a fascinarme por las montañas y sentí la camaradería que nos impulsaba.
Segundo recuerdo: El protagonista lleva unas zapatillas de deporte blancas con dos bandas azules y una roja en medio (spais las llamábamos) que yo siempre quise tener y nunca tuve.
Tercer recuerdo: La mayoría fumábamos como carreteros y daba igual porque éramos jóvenes y ascendíamos como rebecos.
Cuarto recuerdo: Algunas veces me ha ocurrido que cuando leo un libro que luego plasman en el cine, las imágenes (y bienvenida la redundancia) son iguales a las que yo había imaginado.
Quinto recuerdo y primera montaña: Al acabar la película, Sol me propone volver al último refugio donde nos tomamos una cerveza con nuestro amigo perdido.
Ella también cumple años hoy por los tres.

 

jueves, 25 de mayo de 2023

La pancarta


No tenía yo intención de hablar nada en redes sobre la campaña electoral, ni de las razones por las cuales he acabado por tropezar de nuevo en otra piedra (no en la misma) tras la malísima experiencia de hace ocho años. Tampoco lo voy a hacer ahora porque uno trabaja la candidatura en donde hay que hacerlo y reserva espacios (los que le da la gana republicana) para otras intimidades. Y digo que no voy a hacer mención, más allá de la fotografía que acompaña, porque viene a cuento como comprobarán si tienen la paciencia de continuar leyendo. Y que conste que no es para que elijan esa opción, que ya se les supone a ustedes mayorcitos para saber qué votar, si así lo consideran. Sigo.

Todo esto se trae a colación porque me he acordado en estos días de algunas estrofas de una canción que tuvo bastante éxito entre las tropas que defendían la República durante la Guerra de España. Esa canción se titulaba "Si me quieres escribir".

Durante la Batalla del Ebro, entre finales de julio y mediados de noviembre de 1938, a esa canción que ya era bastante popular para entonces se le añadieron las estrofas a las que me refiero y que decían así:

"Aunque me tiren el puente/ y también la pasarela/ me verás pasar el Ebro/ en un barquito de vela.
Diez mil veces que lo tiren,/ diez mil veces lo pondremos,/ tenemos cabeza dura/ los del cuerpo de ingenieros."

Pues bien, en estas fechas y en el pueblo en el que vivo, no solo la pancarta de la fotografía sino otros carteles de la misma preferencia, han sido arrancados, coceados y pisoteados de forma reiterada día tras día, demostrando que los que, desde que comenzó a entonarse la canción de marras hace muchos años, se consideraban dueños de la bandera de todos, del himno de todos y de la patria de todos, siguen, ellos o sus cachorros, careciendo de cultura general y de cultura democrática. Amén de otras carencias. Nada nuevo bajo el sol.

Aunque también puede ser que, puesto que la pancarta fue en su momento de los compañeros canarios (hay que aprovechar lo disponible), todo sea efecto de una DANA malhallada merced al consabido y justamente denostado cambio climático.

Vale.




 

 

Las cuerdas

Fotografía de Baptiste Pons (tomada de la web de Cadena Ser)

Cada vez que en estos días escucho, leo y veo en los medios de comunicación cada cosa relacionada con el caso Vinicius y el racismo en el fútbol, algo de lo que parece ser que ningún estamento deportivo o periodístico o gubernamental se había dado cuenta hasta ahora en el que peligra la buena y delicada imagen del país; cada vez, como digo, recuerdo las cuerdas que sujetan los manteros, como el hilo pobre y providencial que les une a una vida parecida a lo que podría entenderse como dignidad, en esta tierra que una vez supusieron erróneamente paraíso.

lunes, 22 de mayo de 2023

Águila Calzada en Zamora


 Águila calzada sobrevolándonos.
Zamora.

sábado, 20 de mayo de 2023

Cogujada


Se distingue apenas 
la cogujada de la tierra
que la mece y la rodea,
empeñada en la timidez
que su cresta altiva 
desprecia.

                                           MCH


viernes, 19 de mayo de 2023

Huellas









He de reconocer que lo que siempre hubiera querido es tener buena mano para la pintura y el dibujo, pero también es justo señalar que, aunque en algunas etapas de mi vida he ocupado tiempo en ello, me ha faltado constancia y dedicación y, por qué no decirlo, talento. No obstante, a pesar de ello, siempre me ha divertido, me ha tranquilizado y he disfrutado mucho con el lápiz, el óleo y la acuarela. En algún momento volveré a ello.
Ayer hice un viaje relámpago a Bilbao, junto con mi sobrina Neka, para ver esta pequeña gran exposición de Óscar Kazabal, con temática y preocupación social y feminista, según plasma el autor en una declaración de intenciones.
La verdad es que me gustó acudir a esta muestra por muchas razones, algunas de ellas muy personales que ni se le alcanzan al artista, pero tampoco es necesario. Lo importante es que Óscar persevere. Que cada vez sea mejor pintor, que profundice en la función del arte, no solo como entretenimiento sino también como testimonio social y denuncia de los males de su tiempo y que, sobre todo, disfrute y haga de ello, más que su profesión, su modo de vivir.
Ah. Y Óscar Kazabal es el seudónimo que ha elegido para estos lances Óscar Calvo Olazábal, que también es el hijo más joven de mi padre. Otra huella que tenemos en común.

 

jueves, 18 de mayo de 2023

Percusionistas

Se llama crotorar o crotorear (según algunos). Y por tanto las cigüeñas crotoran de vez en cuando y hasta se ponen chulas y afectadas para hacerlo como si estuvieran en un escenario y el público entregado a sus pies.
Crotorar: Así se llama, de forma evidentemente onomatopéyica, cuando las cigüeñas golpean repetidamente las mandíbulas inferiores de sus picos con las superiores produciendo un característico sonido, que al parecer se da cuando están excitadas o advierten individuos extraños en los alrededores.
Las de la fotografía se encontraban en uno de los muros del olvidado monasterio de Santa María de Moreruela en Zamora. Y puede ser que los extraños fueran el milano negro o el águila calzada que por allí rondaban. Pero, por si los extraños fuéramos nosotros, dejamos por hoy tranquilas en su labor a las hermanas cigüeñas y nos vamos a nuestros asuntos. 


 

martes, 16 de mayo de 2023

Arborecer




En el verano de 2022 se produjeron dos incendios en la zamorana Sierra de la Culebra de considerable magnitud.
Hace unos días he visitado la comarca con la esperanza de avistar lobos. Lobos que no vimos. Pero lo que sí he podido ver han sido los efectos de los incendios forestales a los que me refería.
Las dos primeras fotografías corresponden a pinares completamente arrasados entre las localidades de Villardeciervos y Boya. Hay que decir que las plantaciones de pinos son completamente artificiales y con el único objetivo del beneficio rápido de la industria maderera. Además es una especie pirófita, es decir que propaga el fuego.

La tercera imagen es de un robledal que se encontraba en las cercanías de los pinares anteriores. El roble es un árbol autóctono y se considera ignífugo, por tanto capaz de contener o de apagar un fuego.
La cuarta fotografía es de un terreno adyacente al bosque de robles en el que quedan unos cuantos árboles calcinados porque el resto de la quema ha sido ya arrancada por excavadoras, dejando un paisaje que ni Dante sería capaz de describir.

De todo lo anterior se pueden extraer algunas conclusiones que básicamente se concretan en dos: Por un lado que la naturaleza es sabia y por otro que el ser humano, cuando se transforma en un depredador de la tierra, no. 

lunes, 15 de mayo de 2023

Las marcas del cantero











Las firmas de los canteros llegan hasta nuestros días, incluso cuando los edificios para los que aportaron su saber y su trabajo hace mucho que dejaron de cumplir su función y se convirtieron en ruinas. Este es el caso del Monasterio de Santa María de Moreruela en Zamora, perteneciente al Císter, y construido en el siglo XI. Diversos avatares a lo largo de la historia, además de alguna que otra desamortización en la centuria del XIX, acabaron con la actividad de los monjes y transformaron este pujante enclave en lo que es hoy, cuando, declarado monumento, se está avanzando en una rehabilitación, o al menos un sostenimiento con más o menos acierto, que no lo borre del mapa definitivamente.
No obstante, ahí quedan las marcas de los obreros medievales, mostrando que desde siempre una de las aspiraciones del ser humano ha sido trascender en el tiempo.


jueves, 11 de mayo de 2023

Aves de invierno


Desde los acantilados del norte de Groenlandia
descienden los gansos de pecho negro
para pacer sobre las juncias cortadas por el viento de Inis Cé.
Bajan en octubre, exhaustos,
trayendo con ellos a sus pichones casi adultos.

Nadie en estas costas pudo jamás hallar sus nidos,
de modo que, en la antigüedad, se pensó
que habían salido de percebes con forma de crisálida:
como a pescados, se los comía los viernes.

En abril se reúnen, impacientes, inquietos,
gordos sobre los escasos pastos del margen del continente,
listos para partir hacia los campos de cría en la tundra de Groenlandia.

Al observar ese pavoneo y clamor nervioso
-una orquesta que afina con estridencia antes de la señal
para elevarse al viento
en una armonía
antigua como el hambre-
el nombre se aferra de algún lado,
mi padre en su clase, en el sur de Donegal,
hablaba de "aves de invierno",
el nombre que su maestro les había dado
a los muchachos y a las muchachas grandes
que se sentaban en los asientos de atrás,
vueltos de Lagan,
pronto en dirección a Escocia,
ya avezados,
con sus patrones migratorios establecidos.

Moya Cannon.
Aves de invierno y otros poemas.
Editorial Pretextos.


miércoles, 10 de mayo de 2023

La Fiesta

Santander. Entre Plaza de Toros y Hospital de Valdecilla.
 

domingo, 7 de mayo de 2023

Un crujir de cuadernas

En la fotografía Víctor y J.R. conversan de sobremesa cuando en 2020 el confinamiento nos dio tregua y pudimos volver a vernos tras muchos meses. Supongo que para entonces, una vez superada, aunque relativamente, aquella alarma -lo digo por la distancia-  no sólo nos crujían las cuadernas sino que también andábamos aún con cierto temblor en las piernas. 

Las cuadernas de un barco son tradicionalmente cada una de las costillas de madera que forman la estructura del mismo, aunque ahora parece ser que están hechas también de otros materiales. No obstante, para nosotros siempre serán de la madera de los bergantines y los bajeles que hacían las grandes travesías de nuestra imaginación. Qué le vamos a hacer si siempre fuimos así de intrépidos.
Las cuadernas son como los amigos o los compañeros. Y sin dudarlo un instante, partes imprescindibles para la seguridad de la nave y por tanto para llegar a buen puerto. 
Cuando flaquea una, flaqueamos todas.
Él y yo, cuando cumplíamos años siempre nos gastábamos esa broma al felicitarnos. ¡Eh, que hoy también me crujen las cuadernas!
Ayer cumplí años y, aunque no quiero, estoy por darle alcance en esto de la edad. Y creo que, contra viento y marea, estoy también decidido a hacerme viejo por los dos mientras pueda y seguro que, recordándole, continuarán crujiéndome las cuadernas cada vez un poco más. 
  

viernes, 5 de mayo de 2023

Los olvidos

En mayo de 1975 cumplías 14 años, llevabas gafas de culo de vaso que, sinceramente, no te sacaban partido y sólo un par de años antes, tras no pocos esfuerzos y protestas, habías conseguido que tu madre te permitiera llevar pantalones largos. Por entonces todavía suponías que la mayoría de aquellos que aparecen en la fotografía junto a ti, y algunos otros más, iban a ser tus amigos para toda la vida. No sabías aún que la vida parece corta y estrecha pero en realidad tiene muchas etapas y muchos dobleces. Y que sobre todo es como el puente por el que pasan todos los olvidos. 
Sin saberlo, desde aquella altura, en el Mirador de Lunada, y por aquel entonces, estabas atravesando uno de esos puentes o quizá la frontera entre dos de esas etapas y desconocías que todos esos chavales de tu edad y de tu barrio, incluido el que eras tú, serían mucho después solamente sombras de tu memoria.
Sin embargo hay cosas que recuerdas de aquellos días que han llegado casi intactas al que eres hoy y que intuyes, aunque no sabes la razón ni el origen, que nacieron en ese tiempo: la atracción por la naturaleza y las montañas; la curiosidad por la poesía de lo que es, de lo que existe y de las cosas vivas; el libro, el cuaderno y el lápiz en la mochila; el convencimiento de que en cada ocasión, si así lo quieres, son franqueables los horizontes. 
Y también es probable que comenzara allí esa pequeña melancolía que queda siempre después, cuando ya los has cruzado.   

martes, 2 de mayo de 2023

Un árbol habla de lo importante


Mientras, el sol se ponía en el mar y coloreaba el claro y el bosque con una cálida luz anaranjada que transformaba la colina de los Tierranegra, a nuestra espalda, en un paisaje encantado. Para la comunidad, el ocaso siempre ha sido un momento importante. Nuestra vida, como nos explican los Dorsoduro desde que somos pequeños, depende de dos cosas: la luz del sol que cae del cielo y la lluvia que llega del mar. Por eso, cuando el sol y el mar se unían en el horizonte, al fondo del valle de los Cronistas, nadie quería perderse el espectáculo de aquella unión purpúrea.
Para muchos miembros de la tribu, asistir a la puesta de sol representa la última tarea de la jornada. El clan de los Cronistas tiene como misión registrar sus características, noche tras noche. Existen informes detallados de cada puesta de sol desde hace milenios: el color, la duración, la transparencia de la luz, la presencia o ausencia de nubes, la trayectoria del astro... Todo aparece minuciosamente catalogado en los vastos archivos del clan. En aquel entonces, acceder a esos archivos donde se recogía la historia de los crepúsculos era uno de mis sueños. Me imaginaba millones de volúmenes alineados en los anaqueles de una interminable biblioteca-laberinto de cientos de kilómetros y me sentía feliz de formar parte de una comunidad para la que ningún atardecer transcurría en vano.

La tribu de los árboles.
Stefano Mancuso.
Traducción: David Paradela López.
Galaxia Gutenberg