Somos millones en esta isla errónea y apenas alguno sabe que llevamos vidas de náufrago

martes, 2 de mayo de 2023

Un árbol habla de lo importante


Mientras, el sol se ponía en el mar y coloreaba el claro y el bosque con una cálida luz anaranjada que transformaba la colina de los Tierranegra, a nuestra espalda, en un paisaje encantado. Para la comunidad, el ocaso siempre ha sido un momento importante. Nuestra vida, como nos explican los Dorsoduro desde que somos pequeños, depende de dos cosas: la luz del sol que cae del cielo y la lluvia que llega del mar. Por eso, cuando el sol y el mar se unían en el horizonte, al fondo del valle de los Cronistas, nadie quería perderse el espectáculo de aquella unión purpúrea.
Para muchos miembros de la tribu, asistir a la puesta de sol representa la última tarea de la jornada. El clan de los Cronistas tiene como misión registrar sus características, noche tras noche. Existen informes detallados de cada puesta de sol desde hace milenios: el color, la duración, la transparencia de la luz, la presencia o ausencia de nubes, la trayectoria del astro... Todo aparece minuciosamente catalogado en los vastos archivos del clan. En aquel entonces, acceder a esos archivos donde se recogía la historia de los crepúsculos era uno de mis sueños. Me imaginaba millones de volúmenes alineados en los anaqueles de una interminable biblioteca-laberinto de cientos de kilómetros y me sentía feliz de formar parte de una comunidad para la que ningún atardecer transcurría en vano.

La tribu de los árboles.
Stefano Mancuso.
Traducción: David Paradela López.
Galaxia Gutenberg 


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